VIVIEN LEIGH, ÚNICA
Una venta aporta datos de la no tan conocida actriz
Todos la recordamos alzarse indomable en Lo que el viento se llevó (1939) mientras proclamaba: “A Dios pongo por testigo que no volveré a pasar hambre”. Sin embargo, en un principio, el productor de la película, David O. Selznick, creyó que Vivien Leigh (1913-67) no era lo bastante temperamental para el papel de Scarlett O’hara. Su actuación, en realidad, fue tan explosiva que el personaje ocultó a la persona. Lo mismo sucedería más tarde con su personaje de Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo (1951). por suerte, la subasta en la sede londinense de Sotheby’s, el 26 de septiembre, de todo tipo de objetos de su propiedad deja entrever nuevos matices de la legendaria diva. Descubrimos así a una gran amante del arte, como muestran su labor de mecenazgo y sus frecuentes adquisiciones en los países que visitó. Un dibujo de Augustus John con su retrato es una de las piezas maestras de la colección. La intérprete fue también una entusiasta del diseño de interiores y de joyas históricas, que le gustaba combinar con vestidos modernos. Demostró ser, además, una apasionada bibliófila. En su biblioteca disponía de un ejemplar de la novela Lo que el viento se llevó, autografiado por su autora, Margaret Mitchell.