Diosa comodín
Hathor, una confusa figura útil para toda súplica
Hathor es una de esas divinidades realmente polivalentes, porque los egipcios la consideraban la diosa de la belleza, el amor, la música, la danza, el sexo, la borrachera y la alegría, entre otras cosas. Al mismo tiempo, también puede ser la hija de Ra, su ojo vengativo, que se emborracha con la sangre de esa humanidad que está dispuesta a exterminar por orden de su progenitor, convertida en Sekhmet. Puede identificarse con casi cualquier diosa del panteón faraónico. Es, por otra parte, muy antigua. Su nombre significa “Mansión de Horus”, y, como tal, se equipara a las diosas vaca que alimentan al soberano y le transmiten la divinidad. Su carácter de bóvido queda bien reflejado en los famosos capiteles hathóricos (como el de la izqda.), con una representación en cada cara de un rostro femenino con orejas de vaca. Ninguna diosa muestra mejor el confuso carácter de las deidades egipcias, pues si, como se ha dicho, Hathor puede ser la hija de Ra, como vaca celeste es al mismo tiempo la madre del dios... Y no solo del dios: su carácter maternal la convierte en la más cualificada para acoger al difunto a las puerta del más allá, ese Amduat que los egipcios situaban en Occidente. Así es como la vemos en las paredes de la cámara funeraria de Tutankamón, recibiendo al faraón adolescente en el otro mundo. Diosa de la belleza y de todo aquello que encarna la feminidad, las mujeres (y los hombres) con problemas para concebir (o para tener una erección funcional) se presentaban en su santuario de Deir al-bahari para entregarle, como ofrenda votiva, un pene de madera de tamaño variado. Su relación con la música viene dada, en parte, porque, para los egipcios, el sexo está relacionado con ella. Pero como la música está relacionada con la alegría, y la alegría, con la ingestión de bebidas alcohólicas, no sorprende que en su nombre se celebrara una fiesta de la embriaguez en el pórtico del templo de Mut en Karnak. Un descubrimiento reciente que no hace sino fortalecer la imagen polifacética de esta divinidad, que cuando es antropomorfa parece representada con un tocado en forma de cuernos o de lira flanqueando un disco solar. Claro, que también puede aparecer como una vaca que surge del acantilado tebano.