Historia y Vida

El notario

Thot, el dios de los cálculos y la escritura

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si algo caracteriz­a a la sociedad faraónica es haber sido una de las primeras en dominar la escritura, junto a la mesopotámi­ca. Una habilidad que los súbditos del faraón veían encarnada en el dios Thot, que en realidad en egipcio era llamado Djehuty. Bien acogido en Hermópolis, su asentamien­to en la ciudad significó que acabó haciéndose con el puesto del dios mono de la misma, Hedjur, lo que explica que, aparte del ibis, el otro animal con el que se ve identifica­do sea el babuino. Thot aparece representa­do casi siempre como un hombre con cabeza de ibis (arriba, en el centro) y, cuando no, como un ibis o un babuino sentado. Como elementos caracterís­ticos puede portar, no podía ser de otro modo, los instrument­os propios del señor de la escritura: la paleta de escriba y el cálamo. Además, puede estar coronado por un disco o un creciente lunar, la corona atef, una pluma de avestruz... Se trata de una divinidad lunar, y, como tal, es uno de los ojos de Ra –el izquierdo, concretame­nte, porque el derecho era el Sol–. Como ambos se sucedían con completa regularida­d en el firmamento, uno tras otro sin pausa, y dado que la Luna y sus movimiento­s eran utilizados por los sacerdotes egipcios para controlar el paso del tiempo desde las terrazas de los templos por la noche, es comprensib­le que Thot sea el señor del calendario, el calculador por excelencia. Esto explica que cuando el dios de la tierra, Geb, deja preñada a su esposa, la diosa del cielo, Nut, recurran a Thot para saltarse la prohibició­n de su padre Atum de parir “en ningún momento ni del mes ni del año”. El sabio ibis decide entonces crear cinco días nuevos, llamados epagómenos, que añade al calendario, para así permitir el nacimiento de Osiris, Seth, Horus el Viejo, Isis y Neftis, cada uno en un día.

En su condición de dios de la escritura, Thot también constaba como el encargado de registrar por escrito cuál era el resultado del juicio de Osiris, durante el cual el peso del corazón del difunto era comparado con el de la pluma de la Verdad. Como “señor de las palabras divinas”, en el mito de la diosa lejana, es el dios escogido por Ra para enviarlo al sur, con la intención de que sus sabias palabras consigan convencer a la díscola hija del señor de la creación de que regrese calmada a Egipto en forma de la benéfica inundación que devuelve la vida al valle del Nilo.

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