LA MÁS FUERTE
Una leona que pasa de la ira a la benevolencia
Sekhmet, la diosa leona, quizá sea una de las más fácilmente reconocibles de todo el panteón faraónico, pues todos los grandes museos cuentan con, al menos, una de las centenares de estatuas de la diosa que adornaban el templo funerario de Amenhotep III. Menos se sabe que “La Poderosa” –eso significa su nombre– es la compañera del dios Ptah de Menfis y la madre del dios Nefertum. Por su parte, el mito de “La destrucción de la humanidad” nos da una idea de su enorme capacidad destructiva. Cuenta la historia que el anciano Ra, al saber que los hombres conspiraban contra él aprovechando su estado de senectud, mandó a su ojo a matarlos a todos. El ojo, es decir, Hathor, transformada en la peligrosa Sekhmet, se puso manos a la obra con deleite. Sin embargo, poco después, Ra se arrepintió de su decisión, y, al ver que Sekhmet estaba desatada y no atendía a razones, decidió crear un pequeño lago con litros y litros de cerveza teñida de rojo para que pareciera sangre. Cuando la sedienta diosa se la bebió toda, cayó dormida por el alcohol y se transformó de nuevo en la pacífica Hathor, con lo que se puso fin a la matanza. La humanidad se había salvado, aunque, hastiado de los hombres, Ra decide abandonar el mundo en favor del firmamento.
La violencia de Sekhmet, manifestada en ocasiones mediante su aliento abrasador, se puede desencadenar de improviso. Es considerada, por lo tanto, como la diosa causante de las epidemias. En cualquier momento, la diosa libera a sus “genios emisarios”, que recorren sin piedad el valle del Nilo dejando a su paso un reguero de muertos. Se comprende que los sacerdotes dedicados al culto a la diosa estuvieran relacionados con la medicina, porque, si bien Sekhmet puede ser furibunda y mortal, al mitigarse su ira, se transforma en un ser benévolo capaz de curar las enfermedades. De ahí la existencia de rituales para aplacarla.