LA MOMIA
El rey de los muertos
siendo rey de Egipto, querido y respetado por sus súbditos, Osiris es asesinado por su celoso hermano Seth. Tras reunir los pedazos de su descuartizado cadáver, su esposa Isis lo revive lo suficiente como para quedarse embarazada del futuro heredero del trono, al que tendrá que defender de su tío. Cuando el tribunal de dioses otorga a su hijo Horus su legítima herencia, el trono de las Dos Tierras, Osiris se convierte en el rey de los muertos. Todo lo anterior explica la iconografía de esta divinidad, que se presenta siempre antropomorfa, amortajada con un sudario blanco, tocada con la corona atef (una corona blanca flanqueada por dos plumas de Maat), luciendo un collar ancho y sujetando ante el pecho el flagelo y el cayado. Es interesante notar que la piel del dios es de color verde o negro, no como indicio del comienzo de la putrefacción del muerto, como sería nuestra lectura occidental moderna, ni mucho menos; sino porque esos son los colores del agua de la crecida y de la tierra empapada por la inundación. Y es que Osiris no solo es el señor del más allá, sino un dios de la vegetación y la regeneración. Un modo de representar esta característica del dios y de llevársela consigo a la tumba para asegurarse ese renacimiento consistía en tomar un pequeño recipiente con la forma del dios y rellenarlo de barro mezclado con semillas y empapado con agua. Dejado el recipiente dentro de la tumba, al cerrarse esta, las semillas iban germinando poco a poco y, a la vez, asegurando el renacimiento del difunto en el más allá. Asimismo, Osiris es el dios que preside el tribunal de 42 divinidades ante el cual tiene lugar el pesaje del corazón del difunto. Colocado en una balanza para comparar su peso con el de la pluma de la Verdad, de no ser iguales, el difunto no podrá penetrar en el otro mundo.