Historia y Vida

Operación Dulcinea

En 1961, Franco y salazar formaron parte del mismo objetivo: el secuestro de un transatlán­tico por unos rebeldes que pretendían forzar con ello el fin de sus dos largas dictaduras.

- Diego Carcedo, periodista y Escritor

Doce portuguese­s y doce españoles (todos ellos exiliados y peor avenidos entre sí de lo que cabría imaginar) compartier­on en 1961 una iniciativa de lucha conjunta e insólita contra las dictaduras de Francisco Franco y António de Oliveira Salazar. En aguas del Atlántico, estos militantes del Directorio Revolucion­ario Ibérico de Liberación (DRIL) llevaron a cabo el secuestro relativame­nte pacífico del transatlán­tico Santa Maria, de bandera lusa. Durante trece días, a bordo del navío tuvo lugar la implantaci­ón de un ensayo de República Federal Ibérica que mantuvo en vilo a los familiares de los pasajeros. Mientras tanto, se movilizaro­n una decena de unidades navales de cinco países, con la correspond­iente cobertura aérea, para capturar a los guerriller­os. Estos consiguier­on su principal éxito con la cobertura internacio­nal de su acción, que ocupó las primeras páginas de la prensa internacio­nal. La conspiraci­ón se fraguó en Venezuela, una democracia que apoyaba a los exiliados españoles y portuguese­s desde el breve gobierno del escritor Rómulo Gallegos en 1948. Detrás de la idea estuvo el general Humberto Delgado, enemigo acérrimo de Salazar. Contaba con el apoyo de Jãnio Quadros, futuro presidente de Brasil, que promovía en la sombra un proyecto para derribar a las dos dictaduras ibéricas. En cierta ocasión, hasta había asegurado en público a los líderes del DRIL que, cuando él accediera al poder, tendrían su respaldo y garantizad­a la buena acogida en su país. Aunque parece que hizo esta promesa en la solemnidad de una borrachera, a las que era proclive, nunca faltaría a su palabra. Dos fueron los principale­s jefes de la trama. Por un lado, el militar portugués Henrique Galvão, un antiguo salazarist­a y anticomuni­sta militante, despechado con el régimen por no recibir reconocimi­ento alguno tras haber ocupado un alto cargo colonial en Angola. Al pasarse a la oposición, la dictadura le persiguió enseguida. Junto a Galvão encontramo­s al profesor y galleguist­a José Velo Mosquera (Pepín entre sus allegados). Tras encabezar diferentes movimiento­s de lucha contra el franquismo en España, Velo consiguió escapar de la persecució­n que sufría gracias a la ayuda de una organizaci­ón mormona. Así pudo acogerse, lo mismo que su colega lusitano, a la hospitalid­ad de Venezuela. En este país se convirtió en un líder respetado por los diferentes grupos de expatriado­s españoles que compartían el llamado “pan del exilio”. Galvão y Velo solo tenían en común su aversión a las dictaduras que se habían impuesto en los dos países hermanos. El portugués era un militar a la vieja usanza, erguido y de aspecto arrogante, con claras ambiciones de poder y bien dotado para las relaciones públicas. Más proclive, según quienes le trataron, a figurar en las recepcione­s que a trabajar. El español, por el contrario, era delgado, sencillo y cordial. Gozaba de una amplia formación académica (cursó Medicina y Filosofía) y había ejercido la enseñanza en escuelas privadas creadas por él. Velo también sobresalía por sus dotes como orador y teórico. Político de ideas claras y próximo a la gente, no le asustaba el riesgo. Defendía con argumentos brillantes el nacionalis­mo gallego, encuadrado dentro de una república federalist­a que incluyera también a Portugal.

una idea sin apoyos

La peripecia del Santa Maria se anticipó muchos años al recurso terrorista de secuestrar aviones para formalizar desde el aire exigencias de carácter político o económico. No está claro de quién fue la idea, como tampoco lo está quién fue el que propuso denominar Dulcinea a la operación. La creencia más extendida es que la iniciativa partió de Humberto Delgado. Inicialmen­te se pensó en un barco español, pero al final se optó por uno portugués: el Santa Maria era un paquebote moderno, bien dotado, con capacidad para más de

el futuro presidente De brasil les prometió respaldo en la solemnidad De una borrachera

mil personas entre pasajeros y tripulante­s, veloz y con autonomía para casi tres semanas. Habitualme­nte hacía las rutas entre la península y América, con escalas en Vigo, Lisboa, Tenerife, Cabo Verde, Azores, La Guaira, etcétera.

Los problemas que planteaba una acción de semejante naturaleza eran múltiples y variados. La incorporac­ión al grupo de promotores del antiguo alférez de navío José Fernández Vázquez, un republican­o gallego que se ocultaba bajo el nombre de Jorge de Sotomayor, resolvió la cuestión de la responsabi­lidad de la navegación cuando se hiciesen con el control del pa-

 ??  ?? el santa maria, barco que hacía la ruta Lisboamiam­i, secuestrad­o en 1961 por motivos políticos.
el santa maria, barco que hacía la ruta Lisboamiam­i, secuestrad­o en 1961 por motivos políticos.
 ??  ?? salazar, el dictador portugués, vota en unas elecciones controlada­s por su régimen, 1958.
salazar, el dictador portugués, vota en unas elecciones controlada­s por su régimen, 1958.

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