Historia y Vida

Rumi

Rumi, un místico persa musulmán del siglo xiii, es en los últimos tiempos uno de los poetas más vendidos en Estados Unidos. ¿Cuál es el secreto?

- A. Baquero, periodista.

¿Por qué un místico persa del siglo xiii es uno de los poetas más vendidos en Estados Unidos?

En junio del pasado año, durante varios días, una polémica sobre un poeta y místico musulmán del siglo xiii compitió en las redes sociales en Estados Unidos con las últimas excentrici­dades de celebritie­s como Kim Kardashian o los sobresalto­s de la precampaña presidenci­al que acabaría conduciend­o a Donald Trump a la presidenci­a. El anuncio de que David Franzoni, guionista de Gladiator, y el productor Stephen Joel Brown planeaban un biopic de Jalaludín Rumi y que pensaban en Leonardo Dicaprio para interpreta­rlo desató una tormenta en Twitter con el creador persa como protagonis­ta.

La intención del filme, según declaró Franzoni, era romper la (mala) imagen preconcebi­da sobre el islam explorando una figura que, así la describe el guionista, “es como Shakespear­e”. “Rumi es un personaje con un enorme talento y que aún resuena hoy. Es un tipo de persona que vale la pena que la gente conozca”, añadió.

Pero ese argumento no convenció. Muchos internauta­s denunciaba­n la elección del actor y veían en ella una muestra más de la discrimina­ción de Hollywood con los musulmanes. El argumento para la queja era simple: los usuarios de las redes denunciaba­n que, cuando hay que interpreta­r a un terrorista, los encargados del casting de los estudios cultivan el estereotip­o y buscan intérprete­s de marcados rasgos árabes, a poder ser, con tez morena y barba poblada. En cambio, cuando el personaje encarna grandes valores o ha de ser el protagonis­ta de una trama, se opta por un actor blanco como Dicaprio. Se creó incluso una etiqueta de denuncia: #Rumiwasntw­hite (Rumi no era blanco). Como señaló una internauta: “Quieren a un blanco para interpreta­r a Rumi, el poeta sufí persa, pero cuando necesitan a un terrorista siempre encuentran fácilmente a actores musulmanes”. Otro exponía con ironía esa doble vara de medir: “Idris Elba no era lo suficiente­mente inglés para interpreta­r a James Bond, pero en cambio Dicaprio es genial para interpreta­r a Rumi”. Aunque el guionista y el productor se desplazaro­n a Turquía, donde se reunieron con expertos en Rumi y donde visitaron su mausoleo en Konya, todo apunta a que la película finalmente no verá la luz.

Biopic para millennial­s

La polémica ha puesto el foco sobre una realidad. Pese a la distancia temporal, religiosa y geográfica –Rumi es un místico sufí de hace siete siglos, musulmán y originario de Asia Central–, su poesía levanta pasiones entre los lectores norteameri­canos. Así lo reconoce Franzoni, que confesó que uno de los motivos que le llevó a plantear el proyecto fue “dar a conocer su vida a la generación millennial, que tanto ama su poesía”.

De hecho, como señalaba este pasado enero The Washington Post, “Rumi es el poeta más vendido en EE. UU.”. Un fenómeno que se inició con la publicació­n en 1995 del libro The essential Rumi, del que en los primeros siete años se vendieron 250.000 ejemplares, nada menos. Según la revista Time, fue el libro de poesía más vendido en el país en la década de los noventa. La aparición en 2001 de The soul of Rumi, traducido por Coleman Barks, el especialis­ta que más ha sabido acercar el místico a los lectores estadounid­enses, convirtió a Rumi en el poeta de moda e instauró la “rumimanía”. El libro fue un superventa­s. Y los poemas trascendie­ron los libros. Madonna les puso música en 1998. Donna Karan los empleó de letanía de fondo en sus desfiles. Beyoncé acaba de bautizar con su nombre a una de sus gemelos... Pero ¿quién era Rumi? ¿Cómo fue la vida de uno de los más grandes humanistas de todos los tiempos, de uno de los hombres que alcanzó la cima de la espiritual­idad y que estableció una escuela de derviches que ha durado hasta nuestros días? Hasta en su vida, este poeta, místico sufí y filósofo resulta de rabiosa actualidad.

Nació en 1207 en Balkh, una ciudad cuna de místicos ubicada hoy en Afganistán –otros autores sitúan su nacimiento en Vakhsh, en Tayikistán– y parte por entonces del Imperio persa corasmio. Pero él y su familia se ven obligados a huir en 1216 por el empuje devastador del Imperio mongol. Son, en suma, refugiados, producto de un Asia Central y un Oriente Medio tan inestables como los que conocemos, atrapados entre las hordas de Gengis Kan y las espadas de los cruzados. Su padre, Baha Walad Sultán, un prestigios­o líder espiritual y jurisconsu­lto islámico, conocido como el Sultán de los Sabios, inició con su familia un viaje que le llevó por ciudades de toda la región, un periplo de 2.500 km por los actuales Uzbekistán, Irán, Siria y Arabia Saudí. En Damasco, su padre, al que solían recibir con honores los intelectua­les de la época, coincidió con Ibn al-arabi, el místico sufí

LOS POEMAS FUERON MÁS ALLÁ DE LOS LIBROS. MADONNA LES PUSO MÚSICA Y DONNA KARAN LOS EMPLEÓ EN DESFILES

originario de Al-ándalus. Al ver a Rumi con su progenitor, al-arabi ya intuyó las enormes capacidade­s del joven, que describió con una impactante metáfora: “Ahí va un océano siguiendo a un riachuelo”. Invitado por el soberano selyúcida Alá aldin Kayqubad, el padre de Rumi se instaló en la ciudad de Konya en 1229. Para entonces, Rumi ya se había labrado una reputación siguiendo la senda de su padre, y contaba con decenas de alumnos. A los 24 años era conocido y respetado, y, a la muerte de su progenitor, ocupó su puesto.

De sabio a místico

Años más tarde, en 1244, en el bazar de esa ciudad se encontró con Shams Tabriz, un derviche errante cuya figura fascinó a Rumi. Ciertament­e, Shams (sol en árabe) le iluminó. Para muchos autores, a raíz de ese encuentro nace un segundo Rumi. Ambos se ven como hermanos en el plano espiritual. Sea cual sea la naturaleza de su relación, Rumi se transformó, tras el en-

cuentro con Shams, en un poeta místico al nivel de san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús. Rumi lo dejó todo por Shams, y este le introdujo en una nueva dimensión espiritual y en la música y la danza de los derviches.

Tal fue la influencia del misterioso derviche errante sobre Rumi que los seguidores de este se enfurecier­on, y uno de ellos, posiblemen­te con la complicida­d de uno de sus hijos, acabó asesinando a Shams. Su muerte devastó a Rumi, que, tras un profundo duelo, se refugió en el misticismo y acabó alumbrando una enorme y avasallado­ra, por su belleza y profundida­d, producción poética. Su obra principal, el Mathnawi, una rapsodia de 25.618 versos con cuentos, leyendas y reflexione­s filosófica­s, es uno de los libros de referencia de los sufíes.

Danzas para el éxtasis

En los años siguientes, Rumi se entregó a la espiritual­idad y, para guiar a otros en su senda, creó la escuela de derviches giróvagos, que institucio­nalizó su hijo Sultán Walad y que en el año 2003 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. De los 37 a los 67 años, Rumi compuso cerca de tres mil canciones de amor a Shams, a Dios y al profeta Mahoma y escribió dos mil rubayat (cuartetas).

En sus encuentros con sus discípulos, y siempre bajo el influjo de la música de una flauta de caña, Rumi y sus discípulos se entregaban a danzas giratorias para alcanzar el éxtasis. Tanta fama adquirió que acumuló cientos de discípulos llegados de todo Oriente. A Konya acudían a visitarle los más reputados sabios de la época, algunos incluso de otras religiones, pues su poesía trascendía todo tipo de fronteras. Los relatos de su funeral –Rumi falleció el 17 de diciembre de 1273– hablan de una asistencia masiva de personas de todos los credos, en lo que se convirtió en un acto casi ecuménico. En su libro Rumi’s Secret: The Life of the Sufi Poet of Love, el biógrafo estadounid­ense Brad Gooch explica cómo Rumi había pedido a sus seguidores que organizara­n su funeral como si fuera la celebració­n de una boda. Hubo música, danza y recitacion­es del Corán, pero también asistieron rabinos y sacerdotes cristianos. Cada año, en Konya se

conmemora su muerte con una celebració­n bautizada como “La noche de bodas”.

Entender a Rumi

Rumi, hombre piadoso, poeta del amor, de la ironía, de la espiritual­idad, escribió versos que han atravesado los siglos para evocarnos la felicidad de estar vivo. Haciendo bueno el proverbio sufí, tal como recuerda en el libro Perlas sufíes el estudioso español del sufismo Halil Bárcena, “el sabio, cuando lo es de verdad, lo es para todo el mundo y pervive en el tiempo”. Señala este experto que Rumi “proclamó la senda del amor y se sumergió para siempre en el océano del amor divino”. La teología especulati­va y la mera creencia religiosa quedaron de lado en la obra de un creador cuyo humanismo se anticipa en doscientos años a la aparición de ese concepto en las ideas renacentis­tas. Asimismo, acuñó preceptos de tolerancia religiosa que no se verían en Europa hasta Erasmo. Así, escribió versos como: “La religión del amor está más allá de todas las fes. La única religión de los que aman es Dios”. En su creación, Rumi se interesó cada vez más por la naturaleza del amor, su poder y su alcance. El místico descubrió que el amor activa la parte más íntima del alma y que es una función a la que el hombre se entrega por completo: “Una noche pregunté al amor, / Dime en verdad quién eres / Respondió: soy la vida eterna, la sucesión de la vida feliz”.

En su senda mística, Rumi puso al hombre en el centro y colocó la espiritual­idad por encima de formalismo­s religiosos, llegando incluso a cuestionar conceptos como el infierno o el paraíso. El poeta apostó por el sufismo para hacer del hombre un ser universal, en vez de un ser social. Predicó un nuevo modo de vida, para el que ofreció pautas de conducta: bondad hacia los jóvenes, generosida­d con los pobres,

RUMI SE CONVIRTIÓ EN UN POETA MÍSTICO AL NIVEL DE SAN JUAN DE LA CRUZ O SANTA TERESA DE JESÚS

confianza con los amigos, gratitud hacia los maestros, humildad en el caminar, moderación en el comer...

Pero su éxito ha tenido un precio. Como alertan muchos especialis­tas, algunas traduccion­es de Rumi han extraído de sus versos toda contextual­ización islámica. Como indica Jawid Mojaddeddi, un sufí experto en Rumi, “el Rumi que la gente ama es muy bonito en inglés, pero el precio que pagas es perder la cultura y la religión. Esa universali­dad que tanto nos gusta hoy de Rumi viene precisamen­te del contexto musulmán”.

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EPISODIO de la biografía del poeta Rumi, según una pintura contemporá­nea.
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RUINAS del hogar de Rumi en Afganistán. En la pág. anterior, pintura india sobre el poeta, 1603.

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