En el foco
MATA HARI
Cien años después de su ejecución, todavía es difícil saber si la holandesa fue o no una espía.
E. Mesa Leiva, periodista.
Según sus propias palabras, tuvo que elegir entre la pobreza o tomar el camino de la perdición. Mucho antes de que se hiciera popular la expresión, Mata Hari ya “se reinventaba”. Lo hizo varias veces a lo largo de su vida, creando un enmarañado sistema de mentiras, medias verdades y fábulas. En A Tangled Web: Mata Hari, Dancer, Courtesan, Spy (The History Press, 2017), última biografía publicada hasta la fecha, la especialista británica Mary W. Craig aporta nueva luz a su historia, en especial sobre las razones que condujeron a la supuesta agente H-21 a su fatal destino. Desde su ejecución hace 100 años en Vincennes, a las afueras de París, el mito de Mata Hari no ha hecho más que crecer, convirtiéndola en símbolo de seducción, espionaje y traición. Acusada por los franceses de pasar información al enemigo durante la I Guerra Mundial, responsabilizada por ello de la muerte de miles de soldados aliados en el frente y retratada como la perfecta mujer fatal, su biografía nunca acaba de cerrarse. Las últimas páginas nos hablan de un personaje incomprendido, una mujer adelantada a su tiempo o una cabeza de turco acorralada en tiempos de oscuridad. ¿Cuántas Mata Hari caben dentro de Mata Hari?
Nuevos hallazgos
Un siglo después, un conjunto de sorprendentes cartas reencontradas y publicadas en Holanda (“No pienses que soy mala: Margaretha Zelle antes de Mata Hari”) revela que la espía más famosa de todos los tiempos sufrió el maltrato de su marido, la muerte de un hijo, la separación por la fuerza de una hija. Un siglo después, unos archivos desclasificados del MI5 confirman que el servicio de inteligencia británico fue el primero en recelar de la bailarina y cortesana holandesa. La mujer que encandiló a diplomáticos, políticos y militares de media Europa durante la Belle Époque con sus artes amatorias aprendidas en Oriente. La precursora del striptease. La reina de los escenarios y salones privados, envuelta fatalmente en el oscuro mundo del espionaje. Un siglo después, el misterio sigue rodeando a Mata Hari.
¿Doble o triple agente?
Si la Gran Guerra no hubiese tenido lugar, Mata Hari habría quedado simplemente como una figura exótica en los márgenes de la sociedad, sostiene Craig. Pero le tocó vivir un conflicto devastador y terrible, en el que la osadía de ser una mujer independiente que desafiaba la moral de la vieja Europa podía salir muy cara. También ser una especie de Marilyn Monroe de principios de siglo, reconocida en todas partes. La mujer más atractiva y deseada del momento. La red de mentiras y fantasías que urdió durante años se intensifica al calor del conflicto.
Mata Hari tiene hilo directo con figuras de la élite de varios países. Suficiente para hacer de ella la perfecta sospechosa de espionaje. La leyenda sostiene que fue contratada por los alemanes para trabajar como espía, que fue empleada por los franceses como agente doble y que la tentaron los rusos con un millón de francos durante una escala en Vigo –entonces nido de espías–, como confesó la propia bailarina durante su interrogatorio. Nunca se han podido encontrar evidencias sólidas de la implicación de Mata Hari en labores de espionaje y, en todo caso, los historiadores coinciden en la escasa incidencia que habrían tenido, de existir, en el desarrollo de la contienda.
Los estudios dibujan un personaje frívolo o iluso que en plena Gran Guerra se paseaba por Europa ofreciendo sus servicios a unos y otros a cambio de dinero. Demasiado famosa para pasar desapercibida como espía, sostienen los biógrafos convencidos de su inocencia. Otros creen que espió poco y mal, que no era una amenaza para ninguna seguridad nacional y que
EL EJÉRCITO FRANCÉS DESCLASIFICARÁ LOS REGISTROS DEL JUICIO COINCIDIENDO CON EL ANIVERSARIO
sus informaciones carecían de relevancia. Sin embargo, fue declarada culpable de revelar a los alemanes detalles sobre la nueva arma de los aliados, el tanque. ¿Realidad o pura invención?
La espía espiada
¿Quién selló el fatal destino de Mata Hari? Las investigaciones de la historiadora británica apuntan al MI5. En diciembre de 1915, la bailarina viaja de Holanda a Francia por mar para reunirse con su amante, el joven oficial ruso de 23 años Vadim Maslov, herido en el frente occidental, cuando es interceptada por el servicio de inteligencia británico. El interrogatorio dura tres días. Aunque es puesta en libertad por falta de pruebas, se le impide la entrada al país y se alerta a los servicios secretos franceses. Sus respuestas contradictorias han despertado las suspicacias. A partir de ahora estará en el punto de mira del espionaje británico y francés.
Chivo expiatorio
En 1917, los aliados se desangran en una guerra interminable. Se han ganado las batallas del Somme y Verdún, pero a un coste altísimo. Cerca de un millón de hombres han resultado muertos o heridos. El ejercito alemán todavía pisa suelo francés. Las derrotas se atribuyen a la acción de espías y saboteadores. Hace falta un golpe de efecto para levantar la moral de las tropas y restaurar la credibilidad del gobierno galo.
En este contexto sitúa Mary W. Craig la detención de Mata Hari el 13 de febrero en la habitación de su hotel de París. Según la historiadora, el comportamiento escandaloso de la bailarina sobre los escenarios y fuera de ellos la convirtió en el blanco perfecto. El tribunal francés la condenó a muerte sin pruebas concluyentes. Los registros del juicio, todavía clasificados, quizá encierren las respuestas que faltan. Fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento el 15 de octubre de 1917 a la edad de 41 años. Pidió que no le vendaran los ojos y envió un beso a los soldados. Nadie reclamó su cuerpo, que se donó a la ciencia. Su cabeza embalsamada desapareció del museo parisino de anatomía que la custodiaba, se cree que a finales de los años cincuenta. Una metáfora más del misterio que rodeó su vida.