LA ABUELA DE EUROPA
CON SUS DIECISÉIS hijos y sesenta y un nietos, emparentados con las casas de Borbón, Este o Wettin, María Teresa de Austria fue una imponente matriarca. Sus idílicos (y multitudinarios) retratos familiares apenas logran maquillar la férrea autoridad que ejerció sobre sus hijos, piezas de un ajedrez matrimonial que permitió a la emperatriz sellar alianzas con Francia, España, Países Bajos, Nápoles, Sicilia y varios ducados italianos. Este año se cumplen tres siglos de su nacimiento. Controvertida heredera del archiducado de Austria, hasta entonces siempre en manos masculinas, reina de Bohemia y “rey” de Hungría (los húngaros no quisieron feminizar el título), la única corona que se le resistió fue la imperial, que bajo ningún concepto podía ostentar una mujer. María Teresa lo resolvió moviendo hilos para que se eligiera a su esposo, poco aficionado a la política, y aunque no llegó a ser coronada formalmente emperatriz del Sacro Imperio, ejerció como tal.
Entre las exposiciones que se han organizado en Viena para celebrar su 300 aniversario, destaca “María Teresa: estratega, madre y reformadora”. Puede visitarse en cuatro sedes distintas. El palacio Hof alberga una muestra sobre sus alianzas y enemistades políticas; el palacio Niederweiden aborda su faceta modernizadora y reformista; la Colección de Muebles Imperiales presenta su vida familiar; y el Museo de Carruajes Imperiales, su imagen pública y sus actividades de ocio.