“FUE TAMBIÉN UNA GRAN REVOLUCIÓN ARTÍSTICA”
Fernando Vicente (Madrid, 1963) trabaja siempre de pie. Comenzó a publicar sus obras en los años ochenta y aún prefiere el pincel al ratón: “Soy un ilustrador de caballete”. Tras ilustrar el resumen de Arturo Pérez-reverte de la peor de nuestras guerras (La guerra civil contada a los jóvenes) y el texto más leído de Karl Marx (El manifiesto comunista), ha convertido su caballete en una ventana al Petrogrado de 1917. El resultado es la mejor edición del clásico de John Reed.
Defiendes que una buena ilustración es una metáfora visual. ¿Por eso muestras a Lenin como un gigante una y otra vez?
Con las metáforas visuales lo que pretendo es que la ilustración cuente algo más, que tenga una segunda lectura. Si a Lenin le represento como un gigante es porque, contrariamente a su baja estatura, esa es la sensación que da cada vez que aparece en el libro.
Tus imágenes son inconfundibles, pero todos tus libros ilustrados tienen su propio estilo. En este caso, es evidente la inspiración en la propaganda soviética y el constructivismo ruso...
La propaganda soviética me parece un material gráficamente extraordinario, un avance increíble en el diseño de la época. Creo que mezclar esas imágenes con las fotos de los obreros y los revolucionarios es la aportación que yo hago en el libro. Realmente, no fue solo una revolución social, fue también una gran revolución artística.
Y ahí se cuela el grito de Lilya Brik que inmortalizó Rodchenko. En el original, Lilya gritaba: “¡Libros!”, aunque para los que no sabemos cirílico podía gritar cualquier cosa. Muchas de tus ilustraciones contienen palabras en cirílico. ¿Crees que se entienden por completo si ignoramos su significado?
Creo que sí. Las he extraído de carteles auténticos de la revolución y, una a una, sé cuál es su significado, pero yo las utilizo solo como apoyo gráfico.
¿Viste Octubre (la película de Eisenstein) antes de empezar?
No, no la encontré. Sí repasé Reds, la película de Warren Beatty sobre John Reed, y El acorazado Potemkin, de Eisenstein.
¿Todos los momentos del libro que has ilustrado los ha elegido tú?
Sí, pero son ilustraciones muy genéricas. Durante todo el transcurso del libro se suceden las asambleas y los mítines. El verdadero protagonista es la revolución.
¿Descartaste alguna escena?
Sí, siempre descartas cosas. El libro que manejaba llegó a tener más de cien marcas para ilustrar, pero siempre hay que ponerse un límite. Al final tiene 27 ilustraciones, casi todas a doble página.