POR QUÉ LA HISTORIA
En la era de las fake news, la posverdad y los brotes de negacionismo, parece una obviedad plantearse por qué la historia cuenta. Más que nunca, es necesaria. Poner en contexto los hechos, investigar en los fondos documentales y contrastar las fuentes son modos de enfrentarse a ese inmenso reto de reconstruir el pasado. Y no solo a modo de relato. La historia es una reflexión sobre una época. Desde 1968, este ha sido el objetivo de nuestra revista. No fueron fáciles sus inicios, debido a la censura imperante. Pese a ello, historia y vida logró sortear los obstáculos, gracias al impulso empresarial y al entusiasmo de don Carlos Godó Valls, continuados por su hijo don Javier Godó Muntañola, y al esfuerzo de un grupo de intelectuales que dieron contenido al proyecto. Con el tiempo, esta cabecera, editada en la actualidad por Prisma Publicaciones, perteneciente al Grupo Planeta, se ha convertido en un referente. A ello ha contribuido el fondo editorial de la publicación, avalado por las mejores firmas del mundo académico y periodístico. En nuestro cincuenta aniversario recurrimos a algunas de ellas para interpretar y valorar los cinco últimos decenios. Una aportación reveladora de cómo ha cambiado el rostro del mundo desde que la revista echó a andar.
Pero esta publicación de historia cuenta con su propia intrahistoria. Y a ella quiero referirme en esta edición conmemorativa. En el recuerdo, aunque siempre presentes, personas inolvidables que imprimieron a esta cabecera su espíritu y su filosofía. También una mención a los colaboradores que se han ido incorporando y que dotan de visiones actuales tanto estas páginas como nuestra web. Y, en el día a día, mi reconocimiento sincero al equipo de historia y vida. Su exigencia profesional es tan alta como el respeto que nos merecen nuestros lectores. A ellos va dedicado este número. De ahí que hayamos querido contar con sus sugerencias para configurar el sumario. Nuestro contacto, cada vez más directo gracias a las redes sociales, nos permite conocer sus intereses y pareceres. Son nuestro mayor estímulo. Tras medio siglo de vida, continúa firme nuestro compromiso con la historia. Conocer el pasado ilumina el presente y lo aleja de mitificaciones, dogmatismos y medias verdades.