EL FIN DEL TREN A VAPOR
Más de un siglo de dominio
El vapor como fuente de energía era un anhelo humano que nació, de hecho, en la antigua Grecia. Pero fue en Inglaterra donde, finalmente, se tornó realidad a finales del siglo xvii. Su aplicación eficaz al ferrocarril se materializó con la prueba realizada a la locomotora Pen-y-darren, de Richard Trevithick, en 1804. ¿Cuál era el funcionamiento? Consistía en calentar el agua para producir vapor, que empujaba un pistón hacia delante y hacia atrás por medio de la presión resultante. A su vez, ese movimiento del pistón hacía girar las ruedas del tren por medio de una varilla y un cigüeñal conectados a ellas. El desarrollo inicial del invento fue británico, hasta que, en 1829, tras ganar los Stephenson el histórico concurso de locomotoras celebrado en Rainhill con su Rocket, se extendió por Europa y pronto por Estados Unidos. A mediados de siglo, alemanes y norteamericanos ya competían de tú a tú con los creadores. En nuestro país, la primera locomotora a vapor en uso fue La Mataró, de origen británico. Realizó el primer trayecto de la línea Barcelonamataró el 28 de octubre de 1848.
Las líneas siguieron extendiéndose. En el amanecer del siglo xx, el tren a vapor era el medio de transporte más popular del planeta, y sus locomotoras –que se clasifican según su rodaje, es decir, por la disposición de sus ejes y ruedas– superaban ya los 100 km/h. Su predominio quedó en entredicho con la llegada de un nuevo tipo de empuje asociado a la electricidad. Las
locomotoras eléctricas fueron sustituyendo paulatinamente a las de vapor, primero en las ciudades (sobre todo por la proliferación de túneles, en los que evitarían el humo nocivo de sus competidoras), y más tarde en el terreno montañoso (porque las locomotoras eléctricas daban más tracción en grandes desniveles).
En la década de 1960, las principales vías férreas europeas eran ya eléctricas, y las velocidades de sus locomotoras, combinadas algunas con combustible diésel, aumentaban sin cesar, llegando a superar los 300 km/h. En aquel tiempo de economía desarrollista nace el famoso Shinkansen, el tren eléctrico de alta velocidad japonés, precursor de líneas similares en todo el mundo, como nuestro actual AVE. Hoy en día, las locomotoras a vapor aún siguen en marcha en lugares recreativos o turísticos, pero, sobre todo, fuera de funcionamiento, en museos de todo el mundo.