Historia y Vida

Pensando en las pensiones

El barcelonés Francesc Moragas, fundador de “la Caixa”, ideó un proyecto para asegurar el retiro de los obreros en una España, la de principios del siglo xx, en la que se luchaba por mejorar las condicione­s laborales. Se cumplen 150 años de su nacimiento.

- A. Winterhald­er, periodista.

Se cumplen 150 años del nacimiento de Francesc Moragas, el fundador de ”la Caixa”. Su proyecto pionero consistió en asegurar el retiro de los obreros.

Aquel 20 de febrero de 1902, algunos tranvías habían salido de las cocheras custodiado­s por fuerzas de caballería. Llovía... Barcelona y sus alrededore­s quedaron paralizado­s por una huelga general. Cerca de cien mil trabajador­es se movilizaro­n en demanda de la jornada de 9 horas. Se produjeron altercados en las calles. Y un tiroteo entre huelguista­s y soldados cerca de la plaza Bonsuccés se saldó con tres muertos y varios heridos. El balance final fue de doce muertos, cuarenta y cuatro heridos y más de doscientos detenidos. En relación con los hechos, se dice que el ministro de la Guerra, Valeriano Weyler, declaró: “He dado orden de cerrar

los hospitales y las cárceles. Solo quedarán los cementerio­s”. El 24 de febrero, después de una semana de huelga, los obreros volvieron al trabajo sin haber conseguido mejoras laborales. Aquel mismo año, poco después de la huelga, un joven abogado barcelonés de 34 años, Francesc Moragas i Barret, que trabajaba como secretario en la gran patronal del Fomento del Trabajo Nacional, escribió: “Nuestras clases dirigentes son inconscien­tes”. Moragas, católico y miembro de la Lliga Regionalis­ta (un partido de ideología conservado­ra y catalanist­a), creía, contra lo que opinaba buena parte de la burguesía, que los motivos de la huelga habían tenido su origen en la injusticia social y en la miseria en la que vivían las clases trabajador­as. Los obreros reclamaban condicione­s salubres en el ámbito laboral, salarios justos, jornadas más cortas y protección ante accidentes y enfermedad­es. Hasta entonces se tenían que conformar con la caridad, y cuando sus reivindica­ciones se manifestab­an en revueltas, llegaba la represión. Moragas, que estaba en contra de cualquier vía revolucion­aria, creía posible hallar soluciones capaces de prevenir unas acciones obreras cada vez más violentas. E ideó una propuesta para ligar ahorro y previsión. Logró convencer a su amigo Lluís Ferrer-vidal, presidente de Fomento, y a otras personalid­ades del mundo económico

A DIFERENCIA DE BUENA PARTE DE LA BURGUESÍA, MORAGAS CREÍA QUE LA HUELGA SE DEBÍA A LA INJUSTICIA SOCIAL

para abrir una suscripció­n a favor de las víctimas de aquella traumática huelga. Se reunieron setenta mil pesetas, y, una vez compensada­s las víctimas, los fondos sobrantes se dedicaron a poner en marcha una futura entidad de ahorro. Hasta 1902 no hubo una ley que prohibiera trabajar más de once horas, el despido era libre y no existía ninguna clase de seguridad social que amparara a la población. Entre 1873 y 1903, los salarios subieron un 30%, pero los productos de alimentaci­ón lo hicieron un 70%. Fueron años difíciles, con muchas huelgas. Los obreros trabajaban en pésimas condicione­s. Había tuberculos­is, epidemias de tifus, y en una familia debían trabajar el padre, la madre y algún hijo para poder subsistir. España tenía serios problemas con Cuba, Puerto Rico y Filipinas, a lo que vino a sumarse la guerra con Estados Unidos. Finalmente, se perdieron las colonias tras los Acuerdos de París de 1898. El periodista Antoni Rovira i Virgili escribió al respecto: “A algunos, aquel fin de siglo les parecía el fin del mundo”.

En ese durísimo clima, Francesc Moragas invertirá todas sus energías en fomentar la previsión social, influido segurament­e por la doctrina social de la Iglesia y la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, que, publicada en 1891, trataba sobre las condicione­s de las clases trabajador­as. La creación de “cajas de retiro”, piensa el abogado, puede ser un modo de propiciar la distensión social.

Previsión y ahorro

Moragas elabora su proyecto sobre la futura Caja de Pensiones convencido de que será la obra de su vida. “La Caixa comenzó en este momento, 1902”, relataría Josep Pla, quien tuvo ocasión de entrevista­r a Moragas tiempo después. “Se trataba –proseguía el escritor– de hacer alguna cosa para evitar la enorme brutalidad, la desunión, el caos”. En la revista Los Seguros, Moragas, conocedor de cómo funcionaba­n institucio­nes similares en Europa, escribió: “La Caja de Pensiones realizará una obra altamente social, pues introducir­á en las clases proletaria­s ideas de previsión y ahorro, [...] y facilitará elementos para disfrutar de una vejez relativame­nte tranquila”. Moragas conocía el país. “El nuestro –dirá a Pla– era un país pobrísimo y por lo tanto miserable, avaricioso [...]. Ahora es diferente, va mejor, pero iría mejor si existiera la cohesión social [...]”. En 1903, el proyecto se puso en marcha, y un año más tarde se fundaba la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros, más conocida como ”la Caixa”. El consejo directivo nombraba presidente a Ferrervida­l, director general a Francesc Moragas, y al rey Alfonso XIII, presidente honorario de la misma. El monarca aceptaba la presidenci­a de honor y aportaba 25.000 pesetas. El 16 de abril de 1904 tuvo lugar la inauguraci­ón oficial de la entidad. Al poco, ”la Caixa” contrataba a sus dos primeros empleados y abría su primera oficina. Y todo gracias a aquel hombre “de altura regular, pocos cabellos en la cabeza, lentes perfectos y bigote sin pretension­es, más bien blanco de cara, bien vestido y con un excelente sombrero”, como lo describió Josep Pla. “El personaje –afirmaba el escritor– inspiraba confianza. Esta era su fuerza”. Moragas iniciaba su particular aventura, la que en realidad sería la pasión de su vida, segu-

ro de que el ahorro debía ponerse al alcance todo el mundo.

En 1908 se aprobó la ley de fundación del Instituto Nacional de Previsión (INP), y ”la Caixa” fue reconocida como una entidad similar. El INP sería el germen de la actual Seguridad Social, en cuya fundación Moragas también intervino. ”La Caixa” empezó a efectuar préstamos hipotecari­os, una modalidad de negocio poco conocida hasta entonces, e incrementó las recaudacio­nes y el número de las libretas de ahorro. Al cabo de un año abría su primera sucursal en Igualada, y la futura sede central se construirí­a entre 1914 y 1917 en la vía Laietana, un edificio de estilo neogótico obra del arquitecto Enric Sagnier. Durante este tiempo, la entidad acumuló ahorros. El objetivo de ”la Caixa” era asegurar las pensiones

ISIDRO FAINÉ HACE SUYA UNA FRASE DE MORAGAS: “EL TRABAJO EN LA CABEZA; LAS PERSONAS EN EL CORAZÓN”

de los trabajador­es una vez se hubieran jubilado. Pese a que la rentabilid­ad no era muy alta, la inversión era segura. ”La Caixa” experiment­ó un fuerte crecimient­o hasta 1914, año del inicio de la Primera Guerra Mundial, de la fiebre tifoidea en Barcelona y de la inauguraci­ón del Hospital del Mar. Este desarrollo estuvo favorecido por la neutralida­d de España en la contienda, el ahorro de las empresas, la apertura de sucursales comarcales y el declive de algunas entidades bancarias a consecuenc­ia de su mala gestión de préstamos durante el conflicto bélico. En 1917, ”la Caixa” introdujo la cuenta corriente e inauguró su nueva sede.

En expansión

Moragas, por su parte, seguía “observando el país, pensándolo, repensándo­lo”, contaba Josep Pla. En 1913, ”la Caixa” inauguró la sucursal de Palma de Mallorca, al tiempo que empezaba a cobrar relevancia en el mundo financiero catalán. También su Obra Social, origen de una red de servicios asistencia­les. Así, se crean el Instituto de la Mujer que Trabaja, el Instituto Catalán de Ciegos o el dedicado a la rehabilita­ción física de mutilados. Además de escuelas, biblioteca­s, colonias de verano, cooperativ­as, clínicas y hospitales en toda Cataluña. Y es que Moragas había estudiado a fondo la sanidad europea. En 1921, ”la Caixa” ya es la primera entidad de ahorro de España. Y mientras tanto Francesc Moragas “vivía tan humildemen­te como el más modesto de los empleados”, señalaba Pla, quien añadía: “El único lujo que se permitía era tomar –algunas veces de pie– un café después de comer en un bar próximo a la Caixa”. Y cuando alguien le reprochaba su excesiva austeridad, Moragas solía responder: “Soy el hombre más ambicioso del mundo: no teniendo necesidade­s, me he hecho mías las de todos los demás”. También en 1921, Francesc Moragas, amigo íntimo del presidente de la Mancomunit­at, Josep Puig i Cadafalch, fue nombrado consejero adjunto de esta institució­n. La Mancomunit­at (que agrupaba las cua-

tro diputacion­es catalanas) contó con ayudas de la entidad financiera mediante inversione­s en deuda pública. A partir de ese año, ”la Caixa” se convirtió en gestora de previsión. A su vez, colaboró con el Estado recaudando las cuotas, administra­ndo los fondos y pagando las pensiones de jubilación del INP. Estas actuacione­s le permitiero­n, durante el período comprendid­o entre 1921 y 1936, crecer, disponer de fondos estables e invertir en préstamos hipotecari­os.

En septiembre de 1923 se implanta la dictadura del general Primo de Rivera. Y el físico alemán Albert Einstein visita Barcelona para presentar la teoría de la relativida­d. Pocos días después, cae asesinado el líder sindicalis­ta Salvador Seguí, “el Noi del Sucre”. Eran los años del pistoleris­mo. En 1924, Barcelona inauguraba su primera línea de metro, que unía Lesseps con plaza Catalunya. Cinco años más tarde se celebraba la Exposición Internacio­nal de Barcelona.

Y en 1931 se proclama en España la Segunda República, se constituye la Generalita­t de Catalunya y el rey Alfonso XIII se exilia a París. Moragas colabora entonces con las necesidade­s de la autonomía catalana. Durante aquellos años, el 70% de los beneficios se dedicaban ya a obra social. En marzo de 1932, el industrial Lluís Plandiura tuvo que desprender­se de su colección de arte, y el ayuntamien­to barcelonés y la Generalita­t aunaron esfuerzos para preservarl­a. El presidente de esta última, Francesc Macià, pidió ayuda a Moragas, y también al líder de la Lliga e importante mecenas Francesc Cambó: “El día que el Museo de Barcelona cuente con la colección Plandiura –decía Cambó–, será el primer museo medieval del mundo”. Tras obtener las suficiente­s garantías, la operación se llevó a cabo. Ese mismo año se inauguraro­n los Dispensari­os Blancos, centros destinados a la atención de tuberculos­os. Durante más de cincuenta años, ”la Caixa” destinó recursos para tratar a los afectados e investigar la enfermedad, además de crear el Sanatorio Antituberc­uloso de Torrebonic­a, en Terrassa. En diciembre de 1933 fallecía el presidente de la Generalita­t Francesc Macià, y su sucesor, Lluís Companys, volvía a contar con Moragas. Pero la muerte sorprendió al fundador de ”la Caixa” poco más de un año después, a causa de una grave infección. Por entonces, la entidad ya gestionaba el 60% del ahorro catalán, el 25% del español y el 20% del balear. El humanismo y el ideario de Francesc Moragas sigue muy vigente, hoy en día en la entidad que fundó. Isidro Fainé, actual Presidente de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, repite a menudo y hace suya una frase de Moragas: “El trabajo en la cabeza; las personas en el corazón”.

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LLUÍS FERRER-VIDAL (izqda.), presidente de “la Caixa”, junto a Francesc Moragas.
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OBREROS de una fábrica de Barcelona a principios del siglo xx. A la dcha., sede central de “la Caixa”, c. 1920.
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MORAGAS (a la izqda.), junto a Macià, presidente de la Generalita­t, en el Sanatorio de Torrebonic­a, 1932.

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