Confidencias en el masaje
UNA VENTANA ABIERTA AL HIMMLER MÁS ÍNTIMO
Como el propio Hitler, Heinrich Himmler era hipocondríaco. Solía recurrir a los médicos aquejado de inespecíficos dolores abdominales. Pero, al contrario que su jefe, prefería la medicina natural a la convencional. Uno de los remedios preferidos por el Reichsführer eran los masajes. Por eso contrató al masajista más renombrado del momento, el balto-alemán de nacionalidad finlandesa Felix Kersten, al que recurriría constantemente entre 1939 y 1945. En sus manos, Himmler se sentía cómodo y relajado. Apreciaba la sinceridad de Kersten, y entre ambos se fue afianzando poco a poco algo parecido a una amistad. Aun a sabiendas de que el finlandés anotaba sus comentarios en un diario personal, el jefe de las SS siguió mostrándose de lo más sincero en las sesiones.
Futuro tenebroso
Felix Kersten sobrevivió a la guerra y publicó en 1947 sus anotaciones, aunque expurgadas por una censura autoimpuesta. Ahora, más de medio siglo después, su hijo Arno, en colaboración con el prestigioso historiador sueco Christer Bergström, nos ofrece la edición completa cronológicamente ordenada, que no solo nos habla del Himmler más íntimo, sino también de otros dirigentes del Reich a los que el masajista trató.
Mírese como se mire, el libro resulta de obligada lectura para los amantes del período: ofrece una imagen personal de aquel ser mediocre que acumuló tanto poder, pero además, y este es quizá el aspecto más interesante, revela sus espeluznantes planes de futuro. Basta mencionar el destino que esperaba a los esposos infecundos: “Si un matrimonio después de cinco años todavía no ha producido hijos, deberá ser contemplado como una relación sin compromiso y será disuelta [...]. Al Estado no le interesan los matrimonios sin hijos”. Ninguna esfera de la vida hubiera quedado libre de sus interferencias.