La reina del pirata
LA QUEEN ANNE’S REVENGE FUE LA FRAGATA CON LA QUE BARBANEGRA DIO SUS GOLPES MÁS FAMOSOS. HOY CONSTITUYE UN TESORO ARQUEOLÓGICO INAGOTABLE.
Excesivo como su capitán, el buque insignia de Barbanegra sobrepasaba con creces el tamaño de los barcos piratas convencionales de aquella época. El negrero francés La Concorde, apresado intacto, fue tuneado al gusto de su peligroso usuario a finales de 1717 durante una escala en las Granadinas, en las Antillas Menores, para convertirse en una portentosa nave de asalto.
UNA AMENAZA FLOTANTE
Las típicas balandras filibusteras tenían entre 10 y 18 metros de proa a popa y un solo mástil, desplazaban no más de 120 toneladas y no superaban los 20 cañones. En cambio, la Queen Anne’s Revenge medía 32 metros de eslora, presentaba 3 palos con su velamen y desplazaba 300 toneladas. Edward Teach la pertrechó, además, con 40 cañones de calibres mezclados, una característica pirata. Tripulada por 150 forajidos, constituía toda una fragata de guerra. Era como si un alunicero, de los que hoy roban empotrando vehículos en las tiendas, condujese un tanque en vez de un coche.
ENCALLADA POR BARBANEGRA
Varada por el propio Barbanegra en los arenosos bancales de Carolina del Norte desde 1718, la mole fue localizada en 1996 por Intersal Inc., una empresa privada de rescatadores de tesoros. El Departamento de Recursos Naturales y Culturales del estado norteamericano ha liderado desde entonces el estudio, la recuperación y la conservación del pecio. Por ejemplo, con un museo marítimo en Beaufort, a pocos pasos del naufragio histórico, donde el célebre pirata es la estrella.
TESTIGOS DE UNA ÉPOCA
En 2011 se certificó la identidad del barco hundido, cuyo yacimiento integra el Registro Nacional de Lugares Históricos de EE. UU. Pero el Queen Anne’s Revenge continúa deparando sorpresas. Ya se habían recobrado de él objetos personales, instrumental médico, vestigios esclavistas, un ancla enorme o balas de varios calibres, desde perdigones para trabuco a bolas de cañón.
LIBROS EN LOS CAÑONES
En enero de este año, coincidiendo con el tricentenario de su embarrancamiento, los arqueólogos submarinistas han encontrado a bordo páginas de A Voyage to the South Sea and Round the World (el libro de viajes que inspiraría la novela Robinson Crusoe). No es que los piratas leyesen en sus ratos libres. Se trataba de tiras de papel embutidas en los cañones para comprimir la pólvora, un recurso habitual en la artillería naval del siglo xviii.