La llamada de Oriente
CÓMO SE CONVIRTIÓ PORTUGAL EN UN IMPERIO GLOBAL
De casta le viene al galgo. El británico Roger Crowley (1951) es hijo de un oficial de la marina británica. Sin duda, ese no es un detalle menor para entender por qué en las obras de este historiador el mar aparece como gran protagonista. En títulos anteriores trataba del Mediterráneo, con episodios como la conquista de Constantinopla en 1453 o la pugna entre España y el Imperio otomano. En su último libro, en cambio, Crowley se desplaza hasta el océano Índico para trazar un amplio fresco de la expansión lusitana del siglo xvi. Portugal no parecía destinado, a priori, a protagonizar grandes gestas. Solo era un rincón de Europa pobre y poco poblado. Sin embargo, sus monarcas patrocinaron a navegantes que protagonizaron asombrosos descubrimientos geográficos en apenas unas décadas: lograron circunnavegar África a través del cabo de Buena Esperanza y llegar hasta la India. De esta manera, su país podía acceder al comercio de especias, un negocio fabulosamente lucrativo, sin tener que depender de los intermediarios musulmanes en la tradicional ruta a través de Asia.
Una lucha sin cuartel
El mar sin fin relata cómo guerreros como Alfonso de Albuquerque irrumpieron en la compleja sociedad oriental. Y cómo lo hicieron sin demasiada diplomacia, incapaces de entender el pluralismo de unos territorios donde el islam convivía con el hinduismo. Actuaban, por supuesto, por codicia económica, pero también por un sentido mesiánico. No en vano, al combatir a los mahometanos, procedían como herederos de siglos de cruzadas.
Fue una pugna desigual. Los portugueses utilizaron su ventaja tecnológica para imponerse a los soberanos locales en combates que Crowley recrea con gran viveza, como un Antony Beevor de la Edad Moderna. El lector siente el caos de la batalla, el sufrimiento de las víctimas, la crueldad de los vencedores, hombres que no dudaban en matar niños o quemar vivos a sus contrarios.