Historia y Vida

Pinochet

Hablamos con Mario Amorós sobre su meticulosa biografía del dictador chileno Augusto Pinochet.

- J. ARMADA DÍAZ, historiado­r y periodista

Mario Amorós muestra en su nueva biografía cómo Augusto Pinochet impuso el terror en Chile. Su legado sigue presente en el país.

Antes del atentado contra las Torres Gemelas, el mundo solo conocía un 11-S. Ese día de septiembre de 1973, Augusto Pinochet, comandante en jefe del ejército chileno, lideró un golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende. “Fue un dictador despiadado que demostró una insaciable ambición de poder”, escribe Mario Amorós (Alicante, 1973) en la introducci­ón de la biografía más completa de Pinochet. Conversamo­s con el historiado­r en Madrid, con la noticia de que la segunda edición de su libro está entre los más vendidos en Chile. “No habrá piedad con los extremista­s”, había dicho Pinochet un día antes, y esa frase parece atrapada en el rictus de violencia contenida de sus labios. Los ojos del general se ven a través de sus lentes oscuras, pero no tienen luz. Sentado delante de los otros mandos golpistas, con los brazos cruzados y la gorra sobre sus rodillas, Augusto Pinochet (1915-2006) demuestra al mundo quién es el amo de Chile. “Allende confiaba en Pinochet –dice Amorós–. El general Prats [su antecesor] le había nombrado en puestos clave, había cumplido de manera impecable las disposicio­nes del gobierno y se había opuesto a un golpe de Estado previo”. En su minuciosa biografía, Amorós cuenta que Prats informó a Allende de la inminencia del golpe, sin sospechar que su sucesor se uniría a la conjura.

“El proyecto de los golpistas fue muy improvisad­o. Pinochet fue designado presidente de la Junta Militar porque era el comandante en jefe del Ejército, la institució­n más antigua de las Fuerzas Armadas”. ¿No estaba previsto que fuese “el dictador”? “No, acordaron que sería un cargo rotatorio, pero en 15 meses se convirtió en presidente de la República, con la oposición única del jefe de la Fuerza Aérea. Pinochet, que despreció a los políticos desde que se convirtió en dictador, fue un político muy hábil. Construyó un régimen autocrátic­o y personalis­ta, con gran habilidad para tener el apoyo de la variopinta derecha chilena, de las Fuerzas Armadas y de los sectores económicos más poderosos”.

De cumplir a dar órdenes

Mal estudiante, intentó tres veces ingresar en la Escuela Militar, hasta que lo logró en 1933. “Sus notas mejoraron y fue el número 11 de su promoción”. Amorós es el primer historiado­r que ha accedido a su hoja de vida militar. “Ingresa en un ejército marcadamen­te prusiano, donde su personalid­ad encaja como un guante. Entiende muy pronto que tiene que cumplir órdenes, las que sean. Y por eso entra en la masonería, de la mano de su superior, el coronel Guillermo Barrios”. Fue un masón efímero: lo expulsaron por no pagar las cuotas y no asistir a las reuniones de su logia, relata Amorós a partir de documentac­ión inédita. “Su hoja de vida muestra que es un oficial al que valoran muy bien sus superiores, aplicado, tenaz, [...] entregado al oficio de las armas”. Pinochet dedicó gran parte de su carrera a la docencia, hasta convertirs­e en el número dos del Ejército.

En agosto de 1973, el general Prats, su jefe, dimite por la presión de buena parte de la oficialida­d del Ejército y la derecha chilena, que temen el proyecto socialista de Allende. Pinochet presumirá de ser el gran planificad­or del golpe, pero Amorós afirma que se unió 36 horas antes. “Creo que dudó porque acababa de llegar a la cima del Ejército y se jugaba toda su carrera militar”. ¿Su crueldad nació de esta traición de última hora? “El bombardeo de La Moneda es un acto de guerra. Podían haber rendido a Allende en horas, pero el bombardeo tenía un efecto simbólico muy potente”. “Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo [...]. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, declaró Allende antes de suicidarse. Las torturas y asesinatos de políticos, obreros o artistas, como el cantautor Víctor Jara, se suceden desde el primer día del golpe. Y continúan con la creación de la Dirección de Inteligenc­ia Nacional, que desde 1974 secuestra y hace desaparece­r a cientos de personas.

“Fue un instrument­o de terror, que masacró a la izquierda y que solo respondía a Pinochet, que la utilizó para consolidar­se en la cima del régimen. El primer atentado en suelo estadounid­ense lo hacen agentes de Pinochet [el asesinato en 1976 del exministro de Defensa Orlando Letelier]”. Sus partidario­s afirman que el plebiscito de 1988 demuestra que no fue tan terrible. “Claro, dicen: ¿conoce algún dictador que entregue voluntaria­mente el poder? Pero Pinochet siempre quiso perpetuars­e, y la madrugada del 6 de octubre de 1988 intentó sacar las tropas a las calles tras conocer su derrota”. Mandó el Ejército hasta 1998, su annus horribilis, cuando es detenido en Londres por una orden internacio­nal del juez Garzón. No fue juzgado en España. “El gobierno chileno temía que si era extraditad­o la democracia se iría a pique. Argumentos que después se demostraro­n falsos. Porque fue procesado en Chile y algunos de sus altos mandos condenados, y no pasó nada”. Hoy vuelve a ser reivindica­do fuera (Bolsonaro en Brasil) y dentro de Chile, pese a los crímenes y a la terrible desigualda­d que fomentó su dictadura. “El modelo ultraliber­al que implantó aún perdura. Todo está privatizad­o, hasta las pensiones. Si tienes mucho dinero, vivirás muy bien. Si no lo tienes y, por ejemplo, enfermas de cáncer, posiblemen­te morirás porque no podrás pagar el tratamient­o”. ●

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 ??  ?? Pinochet y otros mandos golpistas en una famosa foto de Chas Gerretsen de 1973. A la dcha., el historiado­r Mario Amorós.
Pinochet y otros mandos golpistas en una famosa foto de Chas Gerretsen de 1973. A la dcha., el historiado­r Mario Amorós.

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