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¿Cómo se reguló la práctica del duelo en España?
En la Edad Media, los duelos se admitían en ciertos casos. Alfonso X los permitió para vengar la deshonra o muerte de un familiar, pero no para delitos menos graves, como el robo. A partir del siglo xv, en cambio, la monarquía intentó reprimir su práctica. Fernando el Católico amenazó con fuertes penas, como la de muerte o remar en galeras, a los que contravinieran la ley. En los años siguientes, ya bajo los Austrias, la tendencia fue la misma: castigar las disputas privadas. Felipe II, por ejemplo, dispuso que se cortara las manos a los infractores o que se los ahorcara. Pero los duelistas buscaron formas de salirse con la suya, como pelear dentro de una iglesia (estaba prohibido para las autoridades civiles entrar en ellas). Como el castigo era para el retador, el que ganaba decía que él había sido el retado. El rival, por motivos obvios, ya no tenía oportunidad de desmentirlo.
Las prohibiciones siguieron sucediéndose. El Código Penal de 1870 establecía multas para los duelistas y los padrinos. Solo se preveía la prisión en caso de muerte. Pero esto no impidió que continuaran los desafíos, regidos por el código del honor que fijaba la costumbre, y no por la ley. En 1906, murió en Zaragoza el periodista Juan Pedro Barcelona en un enfrentamiento con un colega de profesión, Benigno Varela. Fue, que sepamos, la última víctima mortal del duelismo español.