Historia y Vida

Jugando al gato y al ratón

El trayecto de la Gran Armada y el de la Contra Armada inglesa.

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presa Luis Gorrochate­gui: “La Gran Armada no fue nunca derrotada. Jamás le negó el combate al inglés. [...] Pero la estrategia anglicana de evitar el enfrentami­ento definitivo ha terminado por agotar la capacidad de permanenci­a de la flota en el teatro de operacione­s”.

Respuesta inglesa

Ante este escenario, Isabel I decide aprovechar la debilidad de los españoles y no darles tiempo para reparar sus maltrechas naves. Ordena que se dispongan los preparativ­os para poner en marcha la Contra Armada. Inglaterra fija tres objetivos: destruir el grueso de la armada de su rival, que se encuentra en reparación en Santander, tomar Lisboa e intercepta­r la flota de Indias en las Azores para colapsar la conexión con América. Francis Drake, como almirante, y John Norris, en calidad de general de las tropas de desembarco, son los designados para ponerse al frente de la flota isabelina. A la expedición se suma don Antonio, pretendien­te al trono de Portugal, quien ofrece a Londres cinco millones de ducados, si alcanza el poder, y la autorizaci­ón para que Inglaterra mantenga guarnicion­es en castillos portuguese­s.

Así, el 28 de abril de 1589, con un total de 180 barcos y 27.667 hombres (la Gran Armada contó con 137 y 25.696, respectiva­mente), la fuerza inglesa leva anclas en Plymouth. En lugar de dirigirse a Santander, como se le había ordenado, Drake, con la excusa de vientos desfavorab­les y el temor a verse cercado por la flota española en el Cantábrico, pone rumbo a La Coruña. Allí, a lo largo de ese año, se había casi concluido la fortaleza de San Antón, en un islote frente a la amurallada ciudad.

A pesar de que los ingleses no tenían ninguna experienci­a en organizar grandes campañas navales, La Coruña no pudo impedir el desembarco en el interior de su ría, y la ciudad, asentada en una península, fue sitiada por tierra. Aun así, todos los ataques desde el mar fueron rechazados. La noche del 5 de mayo, los ingleses desembarca­n con 1.500 hombres, atacan el muro que preserva el istmo y sorprenden por la espalda a sus defensores. Los asediados se repliegan hacia la antigua ciudad medieval, y el grueso del

Las mujeres arremeten con picas y espada contra los sitiadores

ejército inglés penetra en la población. En los días siguientes, los españoles repelen varios ataques con escalas a la muralla, al tiempo que los sitiadores excavan un túnel con intención de volarla.

El por entonces gobernador militar de Galicia, Juan Pacheco Osorio, marqués de Cerralbo, ordena fortalecer el tramo que están minando. La tarea se encomienda a las mujeres, que con tierra y piedra robustecen el muro de manera significat­iva. Al finalizar el túnel, los invasores se llevan una desagradab­le y devastador­a sorpresa. Gracias al refuerzo realizado por las defensoras, la explosión en la mina no encuentra salida intramuros, y 300 ingleses quedan sepultados. A continua

ción se desata una lucha furibunda sobre los escombros, mientras arcabucero­s y mosquetero­s disparan sin cesar. Es entonces, tras varias horas de combate, cuando entra en acción, tras dar muerte a un oficial inglés, la heroína de la ciudad, doña María Mayor Fernández de la Cámara y Pita. Muchas mujeres, comandadas y jaleadas por María Pita, que será nombrada Alférez Perpetuo por Felipe II, arremeten con picas y espada, al tiempo que arrojan pesados adoquines sobre los invasores. Los ingleses, incrédulos, optan por la retirada. Han perdido 1.500 hombres, y los heridos se cuentan por miles. Sin haber conseguido su objetivo, las tropas de Drake se repliegan y zarpan rumbo a Lisboa. Mientras, Norris desembarca el grueso de su ejército a 80 kilómetros al norte de la capital lusa. Tienen previsto atacar la ciudad tanto por vía marítima como terrestre.

Ataque a Lisboa

Lisboa estaba avisada y lista para la llegada de la Contra Armada. Cuando los ingleses se aproximan, se encuentran con una considerab­le defensa. Alonso de Bazán (hermano del difunto Álvaro) se halla al mando de una poderosa flota, y cerca de seis mil hombres están preparados en tierra. Las tropas de Norris son recibidas por una intensa artillería desde las galeras de Bazán, lo que les ocasiona numerosas bajas. Los enfrentami­entos no cesan, pero cada intento de avanzar por parte de los ingleses es atajado con contundenc­ia.

El 31 de mayo se lleva a cabo una exitosa encamisada (asalto nocturno realizado por un comando) que culmina con centenares de víctimas entre el ejército invasor. Tres días más tarde se lanza un ataque simultáneo, en tres frentes, con 1.100 soldados. La acción aplastó el regimiento del coronel Brett, que muere junto a sus oficiales. Norris intenta huir, pero es descubiert­o por los españoles, que inician su persecució­n. En los 20 kilómetros que separan Lisboa de Cascais, los ingleses sufrieron cerca de cinco mil bajas. Drake, acorralado, ordena zarpar sin esperar viento propicio. La flota española le alcanza, y el 20 de junio, frente al cabo Espichel, en la desembocad­ura del Tajo, la Contra Armada pierde siete barcos y sufre daños en muchos más. Derrotada y dispersa, la armada inglesa regresa finalmente a Inglaterra.

De los 180 buques que habían zarpado volvieron 102. Muchos de sus tripulante­s estaban infectados de peste, que propagaban al bajar a tierra, por lo que se les prohibió viajar a Londres bajo pena de muerte. De todos los embarcados, solo 3.722 sobrevivie­ron para reclamar sus pagas. Distintas fuentes, tanto inglesas como españolas, coinciden en estas sobrecoged­oras cifras, que convierten la expedición, cuyas pérdidas duplicaron las de la “Invencible”, en el mayor desastre naval de la historia de Inglaterra. ●

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A la izqda., María Pita, por Arturo Fernández Cersa, 1889.
Lisboa en el siglo xvi. A la izqda., María Pita, por Arturo Fernández Cersa, 1889.

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