Entre libros
El diálogo entre Grecia y Roma, contado con claridad y rigor
Recibid, oh atenienses, de buena voluntad a Pisístrato, a quien la misma diosa Atenea restituye a su acrópolis, haciendo con él una demostración nunca usada con otro mortal”. Tras esta proclama grandilocuente, iba por las calles de Atenas un carro con ambos. O sea, con el tirano –cuyos actos, como este, acabaron impulsando por reacción la democracia una generación más tarde– y “una hermosa y alta mujer” disfrazada de Atenea “con su armadura y todo”. Está claro que los césares de Roma tuvieron de dónde aprender la propaganda política en plan circense. Una nueva historia del mundo clásico abunda en cuadros como este para colorear un jugoso recorrido completo por la matriz de Occidente. Experto en la civilización grecolatina, el historiador y arqueólogo londinense Tony Spawforth pone el acento en las interacciones de Grecia y Roma cuidando, como avanza en el prólogo, “proporcionar un relato accesible”. Lo logra plenamente desde su triple faceta de catedrático (emérito en Newcastle), ensayista (Diccionario del mundo clásico) y comunicador (documentales en la BBC).
Conexiones fluidas
Los datos eruditos salpican la obra. El Partenón estaba decorado con 92 placas escultóricas justo bajo el tejado. Fue el historiador Heródoto quien acuñó el concepto de “grecidad” para unificar en una idea el caótico enjambre de polis. El emperador Adriano se hizo retratar en estatuas helenizantes con bárbaros sometidos para cohesionar su imperio con un enemigo externo, lo incivilizado, sin afectar la multiculturalidad de Roma. El autor despliega desde el principio información de este calibre sin perder de vista nunca la fluidez narrativa.
De hecho, el texto respira tanta comodidad que el autor se permite salpimentarlo con recuerdos personales de yacimientos, museos, libros o colegas. Con ello aligera aspectos que de otro modo podrían resultar áridos, como referencias arqueológicas y digresiones sobre sistemas gubernamentales, contextos socioeconómicos o ingeniería antigua. Enmarcado entre la era semilegendaria de los héroes homéricos y el advenimiento medieval del islam, el estudio, además, no solo alterna y confronta las crónicas de Grecia y Roma con una atención especial a sus nexos. También abre el plano hasta Mesopotamia, Egipto, Etruria, Persia o Cartago para brindar un mapa más completo de influencias recíprocas. En definitiva, una introducción tan panorámica y entendida como coloquial al mundo clásico.