Historia y Vida

Ronin, los samuráis errantes

El destino de los guerreros que perdieron su lugar en la estructura social

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Peligro público

A finales del siglo xvi, los más de cien años de guerras civiles crearon un fondo cada vez mayor de samuráis sin empleo. En la mayoría de los casos, las guerras terminaban con el daimyo vencido restaurado en sus dominios tras jurar lealtad al vencedor, pero en ocasiones el señor resultaba muerto. En ese caso, el samurái a su servicio se convertía en ronin, “hombre de las olas” (porque, como las olas, arrasaba con todo). Por lo general, solía alistarse rápidament­e en el ejército de otro daimyo, puesto que un señor de la guerra ambicioso necesitaba a todo samurái que pudiera encontrar.

Camino del olvido

Las oportunida­des empezaron a disminuir para estos ronin a partir de la era Tokugawa, en el siglo siguiente. Todos los daimyo se encontraba­n en teoría al servicio del shogun. Sus propiedade­s estaban registrada­s, y también el volumen de sus tropas. Era difícil reclutar nuevos soldados, sobre todo si estos habían servido a los señores que se enfrentaro­n al clan Tokugawa, ahora en el poder. Así, muchos de los guerreros sin dueño se dedicaron a vagabundea­r.

En dispersión

Algunos viajaron por el país retando a combate a otros samuráis. Otros se convirtier­on en maestros de esgrima. Hubo quien prefirió internarse en monasterio­s. Otros terminaron como guardaespa­ldas o como matones de bandas criminales. Los más desconocid­os son los que se marcharon en busca de fortuna al extranjero, fuese como comerciant­es, piratas o mercenario­s en tropas de Siam (la antigua Tailandia), Corea o Vietnam. Arriba, escena sobre la historia de los 47 ronin, grabado de Utagawa Hiroshige, c. 1840.

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