Reinas lusas
La relación entre los reinos hispanos y la vecina Portugal se cimentó a menudo en los altares.
Varias reinas y princesas de origen portugués formarían parte de cortes españolas.
Convertidas en moneda de cambio al servicio de los intereses políticos de ambos reinos, fueron muchas las infantas castellanas o aragonesas que a lo largo de la Edad Media contrajeron matrimonio con príncipes portugueses. Como la infanta Isabel de Aragón, casada con Dionís de Portugal, el rey poeta. Otro tanto sucedió con las infantas lusas que cruzaron la frontera para convertirse en reinas de Castilla. Una política matrimonial que se acentuó en los tres primeros tercios del siglo xv, cuando los reyes castellanos Juan II y Enrique IV escogieron princesas portuguesas como segundas esposas. El enfrentamiento bélico que precedió a la subida al trono de Isabel la Católica rompió la buena armonía entre ambos reinos, aunque, a pesar de ello, la política matrimonial de los Reyes Católicos llevó al trono portugués a dos de sus hijas, las infantas Isabel y María.
La tradición fue seguida por los Austrias mayores, que, advirtiendo la boyante economía de la Corona lusa, establecieron nuevos lazos de sangre. Sin embargo, los choques en ultramar, coincidentes con la inclinación de la dinastía Borbón a dirigir sus ojos a Francia, alejaron a las princesas portuguesas del trono de España. Solo hubo dos excepciones: los matrimonios de Fernando VI y Fernando VII con dos princesas de la casa real de Braganza. Los enlaces sirvieron para estrechar de nuevo la relación entre ambas monarquías en unos momentos en los que esa unión parecía más necesaria, dadas las nuevas políticas que asomaron en el Siglo de las Luces y tomaron cuerpo tras las guerras napoleónicas. ●