No hay tregua para Allende
Las maquinaciones de los enemigos del presidente
En los días siguientes
a la victoria electoral de Allende, y antes incluso de su elección definitiva como presidente de la República por el Congreso Nacional, el 24 de octubre, y del inicio de su mandato, el 3 de noviembre de 1970, empezó a gestarse la “Santa Alianza” que crearía las condiciones precisas para el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
A lo largo de aquellos
tres años, la derecha, las principales organizaciones empresariales, el dueño del influyente diario El Mercurio (Agustín Edwards), el sector conservador de la Democracia Cristiana e incipientes agrupaciones fascistas, como Patria y Libertad, financiados por el gobierno de Richard Nixon y
Henry Kissinger (arriba, con Pinochet en 1976), forjaron un bloque social y político contrarrevolucionario que situó a Chile al borde del abismo.
Las fuerzas opositoras
cavaron “trincheras” en el Parlamento para torpedear la acción del Ejecutivo de Allende; las organizaciones patronales organizaron el sabotaje de la economía; los sectores más extremistas recurrieron a la violencia y el terrorismo; las activistas del denominado Poder Femenino acosaron diariamente a los oficiales de las Fuerzas Armadas instigándoles al golpismo... Sin tregua, crearon e incentivaron la atmósfera en que se extremaría la pugna política y dialéctica para acabar con Salvador Allende y la Unidad Popular.
Hacia la una y media de la madrugada del 5 de septiembre, Allende salió al balcón del vetusto edificio de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Se aprestaba a pronunciar el discurso que había aguardado desde 1952, e iba a hacerlo en la sede de una de las organizaciones en las que se forjaron sus convicciones políticas, a finales de los años veinte y principios de los treinta. Con un modesto micrófono que alcanzó a recoger la alegría del pueblo de Santiago, habló ya no como “el compañero Allende”, sino como “el compañero Presidente”: “La victoria alcanzada por ustedes tiene una honda significación nacional. Desde aquí declaro, solemnemente, que respetaré los derechos de todos los chilenos. Pero también declaro, y quiero que lo sepan definitivamente, que al llegar a La Moneda, y siendo el pueblo Gobierno, cumpliremos el compromiso histórico que hemos contraído de convertir en realidad el programa de la Unidad Popular”. Aquel programa contemplaba la nacionalización de las grandes minas de cobre (propiedad de multinacionales estadounidenses), así como de los principales monopolios industriales y de la banca; la profundización de la Reforma Agraria hasta erradicar los latifundios; la participación de los trabajadores en la dirección de la economía; una política internacional soberana en el mundo de la Guerra Fría; una política social con medidas tan emblemáticas y revolucionarias como el reparto diario de medio litro de leche a cada niño...
Y con afecto y respeto convocó la difícil tarea que empezaría a partir del día siguiente: “Les pido que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en nuestra patria. Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. Ya lo dije un día. Lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la Unidad Popular. A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo; con la lealtad del compañero Presidente”. ●
Para saber más...
ENSAYO
AMORÓS, MARIO. Entre la Araña y la Flecha. La trama civil contra la Unidad Popular. Santiago de Chile: Ediciones B, 2020.
GARCÉS, JOAN E. Allende y la experiencia chilena. Las armas de la política. Madrid: Siglo XXI, 2013. KORNBLUH, PETER. Pinochet: Los archivos secretos. Barcelona: Crítica, 2013. BIOGRAFÍA
AMORÓS, MARIO. Allende. La biografía. Barcelona: Ediciones B, 2013. MEMORIAS
SOTO, ÓSCAR. Allende en el recuerdo. Madrid: Sílex, 2013.
Su programa político contemplaba nacionalizar las minas de cobre