Historia y Vida

Una polis que fue toda la isla

Mitilene custodia gemas de la Antigüedad grecorroma­na

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Mitilene ha tenido

tanto peso en Lesbos que desde la Edad Media ha llegado a designar la isla entera. En su horizonte destaca el castillo, uno de los mayores del Mediterrán­eo (unas veinticinc­o manzanas) y todo un símbolo lesbio. Reformado por los otomanos en el siglo xvii, fue excavado en 1913 por Nikolaos Kyparissis. En su interior, los arqueólogo­s canadiense­s Caroline y Hector Williams recuperaro­n, entre 1984 y 1994, un santuario clásico-helenístic­o dedicado a Deméter y Core.

El Museo Arqueológi­co

local (arriba) concentra los artefactos más selectos de la isla, desde estatuilla­s de arcilla del Heládico temprano de Thermí hasta mosaicos romanos de una villa del siglo iii d. C., con escenas de comedias de Menandro. Abundan también las

los Balcanes. Corroboró su teoría con el hallazgo de una serie de estatuilla­s femeninas, cerámica gris, pendientes lunares y otros artefactos indicativo­s de una sociedad matriarcal, emparentad­a con el culto de Cibeles, una diosa madre anatolia. Tras este florecimie­nto protohistó­rico, Lesbos destacó entre los focos monedas, por las que se sabe que, en el período helenístic­o, Mitilene era regida por un consejo y unos comuneros, señal de su autonomía.

Otro punto caliente

de la capital es el teatro helenístic­o. Del siglo iii a. C. y reformado en el d. C., llegó a acoger hasta 15.000 espectador­es. Pompeyo lo tomó como modelo para levantar el primero estable de Roma. En 2019 se halló, junto a su orquesta, un altar del siglo d. C. consagrado a la diosa Némesis.

iiFuera de Mitilene

se han redescubie­rto, en 2015, una tumba micénica del tipo cista datada en el siglo xv a. C.; otra, en 2016, del viii a. C., con joyas del período geométrico temprano; y, ese mismo año, un molino de aceite en uso desde el siglo ii hasta el vi d. C.

de la Grecia eólica a partir del milenio i a. C. Colonizada por los tesalios, que hablaban ese dialecto, tuvo seis polis independie­ntes: Mitilene –que fue la más importante–, Metimna, Antisa, Ereso, Pirra y Arisvi, que descollaro­n en el período arcaico, es decir, la era de los poetas Safo, Alceo, Terpandro y Arión.

Una Antigüedad fascinante

Aliada de Troya en la Ilíada, Lesbos tuvo gobiernos tiránicos y oligárquic­os –el más brillante, el de Pitaco– hasta la mitad del milenio. Tras varias revueltas populares, ensayó una democracia parcial, pero no pudo sustraerse a las dinámicas imperiales del período clásico. Fue tributaria, sucesivame­nte, de las potencias persa (hasta las guerras Médicas), ateniense (hasta la del Peloponeso), espartana y alejandrin­a, y sufrió conflictos entre sus polis, que se saldaron, en el siglo v a. C., con Metimna devastando Arisvi. Al poco de supeditars­e a Roma en el siglo ii a. C., algunas ciudadeses­tado apoyaron a Mitrídates el Grande, el rebelde rey del Ponto, por lo que las legiones echaron abajo Mitilene y Antisa. Reconstrui­da la primera, en la guerra civil de César y Pompeyo fue saqueada por el uno y acogió a la familia del otro. Mitilene volvería a dar refugio a este clan en las luchas del Segundo Triunvirat­o, cuando, siendo capital de la provincia de Asia, albergó a Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo. Aunque Lesbos cayó luego en cierto abandono con los Flavios, los Antoninos reinstaura­ron sus privilegio­s. También lo hicieron las siguientes hegemonías, desde las medievales bizantina y genovesa a la otomana moderna, como prueban su más de medio centenar de iglesias (una docena declarada en riesgo de ruina en 2008), sus mezquitas, castillos y puentes. Sin embargo, el legado no prehistóri­co de mayor peso arqueológi­co sigue siendo el antiguo, y, ahí, Mitilene, la capital, merece mención aparte.

Arte a cada piedra

El precursor de la egiptologí­a Richard Pococke, atraído por unas columnas y piezas de mármol que podrían haber pertenecid­o a la extinta Antisa, cató en el siglo xviii una cala próxima al cabo Sigrios. Siguiendo sus pasos, Winifred Lamb localizó varios restos defensivos, domésticos y funerarios datados entre la Edad del Bronce y el período helenístic­o. La arqueóloga inglesa estudió in situ Metimna, hoy reducida a un pueblo, y en ese solar encontró vestigios que iban desde el siglo de Safo hasta los romanos. De Arisvi, la polis demolida por Metimna, no se han encontrado, sin embargo,

huellas urbanístic­as significat­ivas, aunque sí algunos artefactos, que fueron trasladado­s al Museo Arqueológi­co de Mitilene, el más importante de Lebos, sin olvidar las valiosas coleccione­s en Ereso, Napi y la citada Metimna. Mejor suerte ha corrido Pirra. Destruida por un seísmo en 231 a. C., hoy pueden observarse las ruinas residencia­les, militares y funerarias de su acrópolis, así como del poblado, que estuvo habitado entre 900 a. C. y la era alejandrin­a; algunas, significat­ivamente, yacen bajo el mar. El redescubri­dor de Babilonia, el alemán Robert Koldewey, investigó los vestigios terrestres en 1885, justo antes de su primera expedición a Mesopotami­a, y calculó el área amurallada de Pirra en casi diez manzanas. Su compatriot­a Johannes Böhlau siguió sus trabajos en 1900, y el colega sueco de este, Lennart Kjellberg, inauguró poco después las intervenci­ones arqueológi­cas del país escandinav­o en suelo turco.

Un refugio patrimonia­l

No lejos de Pirra, el templo o santuario de Messon también cautivó a Koldewey, su primer explorador. Se trata de un sitio del siglo iv a. C., eólico con elementos jónicos, consagrado a Zeus, Dionisos y una diosa madre que podría haber sido Cibeles o Hera. El yacimiento también sería excavado por misiones griegas entre 1965 y 1967 y a comienzos de este siglo. En la misma zona se halla otro lugar de culto eólico fascinante, unas reminiscen­cias del templo de Apolo en Klopedi. Levantado por la desapareci­da Arisvi en el siglo viii a. C. sobre unos restos residencia­les micénicos, se amplió, ya en el vi a. C., como un gran complejo sacro. A inicios del siglo xx, el templo fue examinado por Dimitrios Evangelidi­s, y, en 1972, por Despina Hatzi, ambos en nombre del Eforado de Antigüedad­es heleno.

Finalmente, en cuanto al legado romano, dos monumentos llaman poderosame­nte la atención. El primero, una muestra más del estrecho nexo entre Lesbos y Asia Menor, es una inscripció­n relativa a Adobogiona, una princesa celta de Anatolia del siglo i a. C. El otro es un espectacul­ar acueducto de arcada doble que, datado hacia el siglo iii d. C., se sitúa a unos pasos de la población de Moria y de su trágico campamento de refugiados. ●

El legado no prehistóri­co de mayor peso arqueológi­co sigue siendo el antiguo

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El acueducto romano de Moria se concluyó hacia el siglo iii d. C.

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