Una guerra como lección de otra
Del transporte de tropas a la península a la lucha total
De los 264 pilotos
alemanes de caza y bombardeo que sirvieron en España, el 80% perdió la vida en el curso de la Segunda Guerra Mundial. Al principio de la Guerra Civil, la misión de estos aviadores, todos voluntarios, había sido la de transportar a los moros y legionarios desde Marruecos a la península sin tomar parte en la lucha. A su término, la Cóndor, bajo las órdenes del mando sublevado, era ya una fuerza totalmente involucrada en la Guerra Civil.
Dos de sus jefes,
Hugo Sperrle y Wolfram von Richthofen, participaron en la Primera Guerra Mundial. El primero desempeñó un cargo superior, mientras que Richthofen, primo del famoso Barón Rojo, fue piloto de cazas. Ambos medrarían en el seno de la Luftwaffe, y para ambos, España supuso una vía de ascenso.
El combatiente alemán
más conocido en la Guerra Civil española, gracias a la publicación de sus memorias, fue el jefe de escuadrilla Adolf Galland (arriba), que concluiría la Segunda Guerra Mundial como general y que, ligado a la cúpula nazi, se exilió unos años en Argentina. A Werner Mölders (a la derecha), gran as en España, la muerte en un accidente de aviación en 1941 le privó de ascender a lo más alto.
Sobre los bombarderos, el Heinkel 111 y el Dornier Do 17 destacaron en la guerra venidera, y el bombardero en picado Junkers 87 o Stuka se probó experimentalmente en España; Von Richthofen no tardaría en dirigir unidades de esta temible arma en Polonia y Francia.
Guernica, el símbolo del terror
Al abordar lo que los alemanes aprendieron de su experiencia en España, resulta inevitable mencionar la destrucción de Guernica, el 26 de abril de 1937. Esta localidad vizcaína se consideraba un objetivo militar por hallarse en un cruce de caminos que utilizaban las fuerzas
vascas que se retiraban hacia Bilbao. No fue la primera población destruida por un bombardeo alemán; en Durango, 336 personas habían perecido en los ataques realizados por la Legión Cóndor desde el 31 de marzo de aquel año.
La fuerza aérea del Reich no ejercía el terror para que la población civil obligara a sus jefes a rendirse, o no necesariamente. Esa fue la intención que movió, sin éxito, a la aviación italiana en sus bombardeos contra Barcelona, del 16 al 18 de marzo de 1938. La Cóndor llevaba a cabo su técnica de bombardeo concentrado, incluso con bombas incendiarias, sin preocuparse por la población civil.
El bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937, fue ejecutado por más de una veintena de Junkers y otros aparatos de la Legión Cóndor.