Historia y Vida

Los emigrantes perpetuos

LA REVOLUCIÓN DE LA ARQUEOGENÉ­TICA

- JOAQUÍN ARMADA DÍAZ

Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Nunca las respuestas a estas preguntas eternas han estado tan cerca de la verdad. Somos mutantes, somos impuros, somos viajeros y, sea cual sea el color de nuestra piel, también somos familia. Compartimo­s unos padres africanos que, sorpresa, no se conocieron. Nuestra madre mitocondri­al vivió hace 160.000 años; papá, hace 200.000. Nuestros antepasado­s más directos se expandiero­n por Europa y Asia hace 40.000 años. Y se mezclaron. Con los neandertal­es, en Europa; con los denisovano­s, en Asia. Ellos se extinguier­on, pero llevamos sus genes. Al hallazgo de esta nueva especie humana –en 2010– está dedicado el primer capítulo de El viaje de nuestros genes. Coescrito por Johannes Krause –profesor de Arqueologí­a y Paleogenét­ica en la Universida­d de Tubinga y descubrido­r de los denisovano­s– y Thomas Trappe –editor jefe de Tagesspieg­el–, este ensayo nació para explicar nuestro presente más inmediato “como una consecuenc­ia de la crisis de los refugiados de 2015. La arqueogené­tica puede contribuir a muchos de los debates sociales que se han generado al respecto. Dejar que este conocimien­to repose en el polvo de los huesos sería despilfarr­ar los esfuerzos de los investigad­ores”. La oleada de refugiados de 2015 es la última de muchas. Gracias a la arqueogené­tica sabemos que dos de ellas fueron tan importante­s que cambiaron nuestro genoma. En la primera, hace 8.000 años, los agricultor­es anatolios desplazaro­n a los cazadores y recolector­es. Tres mil años más tarde, pastores de las estepas llegaron a una Europa semivacía y “engendraro­n muchos hijos con las mujeres locales”. Fue un cambio radical y violento, como muestra el reemplazo de los cromosomas Y, que se transmiten de padres a hijos. Solo los sardos, auténticos “fósiles genéticos”, no se mezclaron con estos pastores y jinetes a los que la peste facilitó la conquista.

Una historia de las epidemias

Krause y su equipo creen que la peste de la Edad de Piedra llegó a lomos de los caballos de los jinetes de las estepas, lo que explicaría que cambiasen sus monturas por los caballos salvajes europeos. Fue la primera de una serie de grandes epidemias que cambiaron la historia de Europa. Su genoma se secuenció en 2017. Un año antes, gracias a un algoritmo creado para el Pentágono, material genético de la peste que asoló Constantin­opla en el siglo vi apareció tan lejos de la capital bizantina como Múnich. Son solo algunos de los muchos relatos que los autores narran con la maestría de los mejores divulgador­es científico­s. “La genética se ha convertido en un elemento esencial de la historiogr­afía”, afirman en las líneas finales de este ensayo fascinante, que demuestra que la sociedad global, tan amenazada hoy por la pandemia, comenzó hace milenios.

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El viaje de nuestros genes Johannes Krause, Thomas Trappe Barcelona: Debate, 2020 272 pp. 21,90 € (papel) 10,99 € (digital)
ENSAYO El viaje de nuestros genes Johannes Krause, Thomas Trappe Barcelona: Debate, 2020 272 pp. 21,90 € (papel) 10,99 € (digital)
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La Venus de Kostenki, una figura del Paleolític­o Superior.

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