Oscura fascinación
La imagen de portada de este número muestra una realidad que sobrevoló el Tercer Reich: la oscura fascinación que Hitler ejerció sobre buena parte del pueblo alemán. Un grupo de seguidoras parecen extasiadas ante la presencia del Führer. Pero ¿fue tan unánime la adhesión femenina? Desde sus inicios, la capacidad oratoria de Hitler y su firmeza ultranacionalista cautivaron a mujeres de todos los estratos que le auparon al poder. Tras la crisis de 1929, muchas cayeron bajo la influencia de aquel líder que se convirtió en una especie de mesías, más allá de la ideología profundamente sexista y antifeminista de su partido. Por el contrario, ese potencial carisma y la vehemencia a la hora de dirigirse a las masas fueron motivo de escarnio para sus detractoras. La mayor parte de ellas tuvieron que luchar desde el exterior, debido a la férrea represión del régimen. Las disidentes no solo eran consideradas enemigas del pueblo, sino también traidoras, con las consecuencias que ello implicaba. Buen ejemplo es el de una joven viuda que fue condenada a la guillotina por contar un chiste sobre Hitler. O el de Sophie Scholl, quien, junto a su hermano, lideró la Rosa Blanca, un grupo de activistas no violentos que denunciaban los crímenes del nazismo. La resistencia femenina al Tercer Reich tuvo muchas caras, las de aquellas mujeres que no se rindieron al perverso influjo de Hitler. ●
hace solo quinientos años. ¿Cuál fue el motivo?