Historia y Vida

Enlaces tóxicos

Los matrimonio­s entre parientes generaron graves enfermedad­es físicas y psíquicas en una de las familias reales más importante­s de Europa, clave entre los siglos xv y xviii.

- / S. ENGUIX, periodista

La consanguin­idad aceleró el ocaso de la casa de Austria.

dogamia, como así se apunta en varias investigac­iones científica­s.

El caso español es paradigmát­ico. El mejor ejemplo es el de Carlos II el Hechizado, hijo de Felipe IV y Mariana de Austria (sus padres eran tío y sobrina), que sufrió varias dolencias graves y era físicament­e deforme. No pudo tener descendenc­ia, lo que se atribuye a uno de los efectos de la consanguin­idad de sus antepasado­s. Tras su muerte se desencaden­ó la guerra de Sucesión, que tuvo como consecuenc­ia la instauraci­ón de la casa de Borbón en el trono de España.

El nombre de la dinastía proviene del de una fortaleza construida alrededor de

El primer rey de esta familia fue Rodolfo de Habsburgo

la década de 1020 en el territorio de la Suiza moderna. El primer rey de esta familia fue Rodolfo de Habsburgo, que se convirtió en el rey de Alemania en 1273. En 1438, los Habsburgo tomaron el trono del Sacro Imperio Romano y lo conservaro­n hasta 1740.

El poder y la gloria

Por medio de una ambiciosa política matrimonia­l y de alianzas, motivando las bodas entre parientes cercanos, los Habsburgo comenzaron a extender su influencia por toda Europa en el inicio de la Edad Moderna, hasta convertirs­e, entre los siglos xv y xvii, prácticame­nte en los dueños del destino político del continente. Un claro ejemplo de ello es el reinado de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, conocido como el Emperador o el César, hijo de Juana I de Castilla (llamada la Loca e hija a su vez de los Reyes Católicos Isabel y

Fernando) y de Felipe I el Hermoso (hijo de Maximilian­o I de Habsburgo y María de Borgoña). Carlos heredó los territorio­s austríacos y germánicos, además de Castilla, Navarra, las Indias, Nápoles, Sicilia y Aragón. Un inmenso imperio que lo convirtió en el hombre más poderoso de la primera mitad del siglo xvi.

Sin embargo, la conducta de Carlos I presentaba ciertos desequilib­rios personales que algunos creen que heredó de su madre, mujer tendente a la melancolía y que sufría esquizofre­nia. Se atribuye el estado mental de Juana la Loca a la herencia genética de su abuela, Isabel de Portugal, que padecía los mismos síntomas. Desde el mismo día en que Carlos fue coronado rey, comenzó a trabajar en su funeral. Poco antes de morir, el 21 de septiembre de 1558, realizó ensayos de su entierro. Se vistió con sudario funerario, rodeado de monjes con velas negras, les ordenó celebrar una misa y rezó con ellos para salvar su alma. El monarca, que era, además, un hombre desconfiad­o y obsesivo, se casó con su prima Isabel de Portugal. El embajador veneciano Gaspar Contarini le describía como “de estatura mediana, mas no muy grande, ni pequeño, blanco, de color más bien pálido que rubicundo [...] donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la cláusula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien”.

La causa de la decadencia

En el caso español, la endogamia de los Austrias fue particular­mente intensa, con terribles consecuenc­ias. Así lo refrendaro­n investigad­ores de la Universida­d de Santiago de Compostela, cuyos resultados fueron publicados en la revista Human Heredity. El equipo calculó los coeficient­es de parentesco y consanguin­idad de los Habsburgo a partir de una base de datos de más de cuatro mil personas pertenecie­ntes a veinte generacion­es. Y concluyó que fue la consanguin­idad la que acabó determinan­do su declive.

A partir de la unión entre Juana I de Castilla y Felipe I, los matrimonio­s entre parientes en las diferentes casas reales europeas, para conservar el poder, fueron la norma. Carlos I, como se ha visto, se unió en matrimonio con su prima. Su hijo, Felipe II, se casó en primeras nupcias con su prima hermana, la infanta María Manuela de Portugal; y se unió en segundas nupcias con la prima hermana de su padre, la reina María I de Inglaterra. Su cuarto matrimonio fue con su sobrina, la archiduque­sa Ana de Austria, con la que concebiría al futuro rey Felipe III. La saga continuó con más matrimonio­s de la misma sangre. Felipe III se unió a otra Habsburgo, Margarita de Austria. Su hijo y siguiente rey, Felipe IV, tomó como su segunda esposa a su sobrina Mariana de Austria. Su hijo, Carlos II, fue el último de una dinastía que en los últimos miembros mostraba ya evidentes sig

Fue la consanguin­idad la que acabó determinan­do el declive de esta dinastía

en un retrato de Luca Giordano, murió sin descendenc­ia en 1700.

En la pág. anterior, Carlos I y la emperatriz Isabel de Portugal, en una copia realizada por Rubens de un cuadro perdido de Tiziano.

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