Freud, Chaplin y el rodaje de El chico.
en una imagen publicitaria de la película en 1921.
Un “débil, pobre, indefenso y torpe niño a quien, sin embargo, las cosas terminan saliéndole bien. ¿Piensas que en este papel se ha olvidado de su propio ego? Al contrario, siempre se representa a sí mismo, tal como era en su juventud”. Con estas líneas, el doctor Sigmund Freud (1856-1939) psicoanalizaba a Charles Chaplin (1889-1977), al igual que hizo con otros grandes artistas en obras como Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910). Sorprende en alguien que dijo no querer tener “ningún contacto” con la industria del cine y que rechazaba constantemente los intentos de esta por contratarle. Freud aborrecía Hollywood, pero, como explicó en una carta de 1931, Chaplin había logrado seducirle. El suyo era un “caso transparente”, dijo, de alguien que, a través de sus películas, obtenía una compensación por las “frustraciones y humillaciones” de su niñez. Seguramente, el célebre psicoanalista había visto la película El chico (The Kid, 1921). En ella, el actor es un vagabundo que se ve obligado a cuidar de un niño huérfano, interpretado por un Jackie Coogan de apenas seis años. Al igual que Coogan en el filme, Chaplin también perdió a sus padres prematuramente, pasando buena parte de su infancia de hospicio en hospicio. En el largometraje, ambos se ven envueltos en constantes enredos, que se tornan hilarantes gracias a la gestualidad y la torpeza de Chaplin. Pero, detrás de la comedia, se descubre lo dramático de la pobreza y la orfandad. Así se percibe en el sentimiento de culpa de una madre que, enfrentada a los prejuicios, se ve obligada a abandonar a su bebé. En otra escena, resultan conmovedores los llantos de Coogan, cuando las autoridades pretenden separarlo de su padre adoptivo. En la imagen de este mes, al lado de Chaplin aparece su pequeño coprotagonista, como un espejo de su propia infancia.
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