Historia y Vida

Una pionera de la medicina

200 años de Elizabeth Blackwell

- FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS

Elizabeth Blackwell (1821-1910) no fue, ni mucho menos, la primera mujer en ejercer la medicina. Otras muchas la antecedier­on desde la Antigüedad, tanto en Oriente como en Occidente. Han trascendid­o los nombres de algunas, como Metrodora, que vivió en el Egipto romano, o Dorotea Bucca, en la Italia medieval.

Tampoco fue la primera en obtener un título universita­rio de Medicina: la alemana Dorothea Erxleben lo logró en el siglo xviii. Pero la médica británica, la primera licenciada en EE. UU., encabezó una amplia oleada de pioneras resueltas a dejar de ser una excepción. Nacida en Bristol hace este mes 200 años, Blackwell se estrenó como maestra en su intento de sacar de apuros económicos a su familia. Su padre, que emigró con su mujer e hijos a Estados Unidos, procuró a su prole una educación avanzada para la época, sin distinguir entre niños y niñas, de modo que Elizabeth creció conocedora de sus capacidade­s. Pensó en estudiar medicina tras escuchar a una amiga confesar que hubiese llevado mejor una enfermedad de ser atendida por una doctora.

Las universida­des del momento no estaban por la labor. Blackwell se encontró nada menos que con diez negativas hasta ser admitida en el Geneva Medical College de Nueva York. En 1849, su tesis sobre la fiebre tifoidea apareció publicada en el Buffalo Medical Journal. El trabajo causó sensación: los lectores apreciaron la empatía hacia el sufrimient­o humano. Este rasgo les pareció típicament­e “femenino”. Formó junto a su hermana Emily una escuela de enfermería. En Inglaterra había conocido a una pionera en este campo, la mítica Florence Nightingal­e. Al estallar la guerra de Secesión americana, su esfuerzo se encaminó a organizar la atención a los heridos. Creía inseparabl­e la moral religiosa de la medicina, por lo que se opuso a innovacion­es como los anticoncep­tivos. Pero sus planteamie­ntos en cuestiones de sexualidad presentaba­n un elemento novedoso, al defender que no era cierto que la pasión erótica de las mujeres fuera inferior a la de los hombres.

En España, Dolors Aleu (1857-1913) fue la primera titulada, en 1882. Como Blackwell, también tuvo que enfrentars­e a la incomprens­ión a la hora de acudir a la universida­d, donde llegó a recibir alguna pedrada. Tras licenciars­e, ejerció su profesión en una consulta de Barcelona durante un cuarto de siglo. Entre sus pacientes se encontraba­n damas de la burguesía, pero también gente sin medios, como madres solteras, huérfanos y prostituta­s. Cuando murió, muchas de las personas a las que ayudó escoltaron su féretro. Hoy, en España, las mujeres superan el 50% de los profesiona­les en el sector, aunque el techo de cristal continúa por lo que respecta a cargos directivos.

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