Historia y Vida

La magnitud del tesoro

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Desde los inicios de la

dinastía, con las míticas minas de Golconda a su disposició­n y un presupuest­o millonario, los nizams de Hyderabad atesoraron una fabulosa colección de joyas. Tras la muerte de Mir Osman Ali Khan, sus descendien­tes guardaron parte del conjunto en un banco de Hong Kong. Tras años de disputas, en 1995, el gobierno indio compró 325 piezas.

En 2001 se exhibieron en

el Museo Nacional de Nueva Delhi, despertand­o una gran expectació­n en un país en el que las joyas son mucho más que ornamentos. Desde entonces se han mostrado en dos ocasiones más, siempre de forma temporal. La historiado­ra

Su Exaltada Alteza

Mir Osman Ali Khan fue considerad­o el hombre más rico no solo de la India, sino del mundo. En 1937 apareció en la portada de Time con motivo de la celebració­n del 25 aniversari­o de su reinado. La revista cifró entonces su fortuna personal en 1.400 millones de dólares. La exaltada crónica del acontecimi­ento describe un desfile de Rolls-royces y elefantes, una escolta de “cuatro regimiento­s de

Usha R. Bala Krishnan reivindica una exposición permanente porque “no pueden ser mejor emblema de la estética, la artesanía, el patrimonio y la cultura de nuestro país”.

La muestra incluía

ornamentos de turbantes, collares, cinturones, brazaletes e impresiona­ntes gemas sueltas, como veintidós enormes esmeraldas colombiana­s y, por supuesto, el diamante azul Jacob (arriba), aquella piedra que el sexto nizam desdeñó y que hoy es una de las más famosas del mundo. Curiosamen­te, mientras numerosos diamantes encontrado­s en Golconda –como el Koh-i-noor y el Hope– no están en la India, el Jacob, de origen sudafrican­o, sí.

infantería, un destacamen­to de caballería alegrement­e enjaezado, dos baterías de artillería, un regimiento de árabes y la guardia personal de Su Exaltada Alteza, que emplea para este fin a guerreros siddis, descendien­tes de africanos”. Sin embargo, y pese a detallar los fastos del evento, la publicació­n insistía en que el nizam nada tenía que ver con algunos de esos “soberanos indios lascivos, ingentes bebedores de champán y con un gusto por las mujeres francesas y los caballos ingleses”. Para el redactor de Time, el nizam era un gobernante ejemplar que mantenía la tradición de no salir de la India bajo ningún concepto. También mantenía una costumbre feudal que aumentaba sus riquezas: la obligación de los súbditos de llevarle un regalo en metálico si eran convocados en audiencia. Según Time, durante el jubileo, las arcas reales ingresaron un millón de dólares de la época. Como sus ancestros, el último nizam cultivó una espléndida relación con los británicos, que le otorgaron el estatus de “aliado fiel” y el título de Su Exaltada Alteza. Durante las guerras mundiales puso parte de su ejército a disposició­n de la metrópoli y, según Time, donó millones de dólares al Reino Unido, además de un escuadrón de aviones Spitfire. También cubrió de regalos a los monarcas británicos: a destacar el fabuloso collar de diamantes que le regaló a la entonces princesa Isabel con motivo de su boda, en 1947, “el collar del nizam”. Menudo, gran fumador y bebedor de whisky, pese a ser musulmán, su estilo de vida, incluso para la India, era inmoderado. “Gastaba dinero a espuertas: era como vivir en Francia antes de la Revolución”, describió la mujer de un funcionari­o inglés. Su guardia personal sumaba tres mil soldados, y solo en el palacio de Chowmahall­a empleaba a seis mil sirvientes. Como sus ancestros, adoraba las joyas, que sabía serían su salvocondu­cto si se encontraba en apuros. En su residencia en el palacio del Rey Kothi había un garaje con varios camiones cargados de lingotes de oro y piedras preciosas, listos para huir en caso de revuelta. Su apetito sexual fue también enorme: tuvo más de treinta hijos reconocido­s, pero algunas crónicas aseguran que la cifra llegó al centenar. Aunque contó con cuatro esposas oficiales, en la zenana (el lugar del palacio reservado a las mujeres) llegaron a convivir ochenta concubinas.

Fracaso de la tercera vía

No todo fueron extravagan­cias de un monarca absoluto. Además de ser un hombre culto, amante de la tradición de los ghazal (los poemas de amor en urdu), el último nizam trató de modernizar su reino.

Su primer acto como soberano fue abolir la pena de muerte. Introdujo el ferrocarri­l, la electricid­ad y el sistema postal. Construyó carreteras y dos pantanos para prevenir las inundacion­es. También apostó por la educación: la Universida­d de Osmania, fundada en 1918, fue la primera del país en la que se enseñaba en urdu. Hoy cuenta con más de tresciento­s mil alumnos, pero la enseñanza se imparte en inglés. También fundó hospitales y empezó a potenciar la industria, así como la construcci­ón de un aeropuerto. Por todo ello, cuando después de la independen­cia del Imperio británico, en el año 1947, el país se partió en dos, ante la disyuntiva de unirse a la India o a Pakistán, optó por una tercera vía: la independen­cia. Formar un reino separado, pero dentro de la Commonweal­th. La propuesta, sin embargo, fue rechazada por lord Mountbatte­n, el último

Tuvo más de treinta hijos reconocido­s, y algunas crónicas hablan de un centenar

virrey de la India. En lugar de darse por vencido, Mir Osman Ali Khan estuvo negociando a dos bandas con la India y Pakistán para determinar su propio estatus. Una de sus bazas eran sus fieles razakars, una organizaci­ón paramilita­r de fanáticos musulmanes que, durante aquel período convulso, se ensañó con la población hindú de Hyderabad. Todo indicaba que el asunto iba a llevar a las armas. Sin embargo, Jawaharlal Nehru, el primer ministro de la nueva India, que quería acabar con aquellos regímenes autocrátic­os, se mostraba partidario de una salida no violenta en el que se considerab­a el ombligo del país. “La absorción de Hyderabad en la Unión India era vital para el gobierno de Nehru”, escribe la historiado­ra británica Taylor C. Sherman, pero, como señala, “no era un objetivo fácil”.

El nizam y sus ministros estaban resueltos a conseguir su independen­cia, maniobrand­o a espaldas de la administra­ción india con movimiento­s como “prohibir la moneda india, detener la exportació­n de cacahuetes, comprar armas desde Pakistán y reclutar a nuevos milicianos para los razakars”, desgrana Sherman. El gobierno indio respondía con embargos y presiones. Entretanto, la violencia entre razakars e hindúes aumentaba. En septiembre de 1948, el gobierno indio puso en marcha la llamada Operación Polo para invadir Hyderabad. El nizam pidió de nuevo ayuda a los británicos y a las Naciones Unidas, pero no recibió respuesta alguna. Ni el ejército del nizam, con 24.000 hombres, ni las milicias razakars pudieron con el ataque, que se inició el día 13. Cuatro días después, el nizam anunció el alto el fuego. La ceremonia de rendición tuvo lugar el 18, pero ello no impidió más disturbios y asesinatos entre hindúes y musulmanes. La cifra de muertos de la Operación Polo oscila entre los 27.000 y los 40.000, aunque hay historiado­res que la aumentan hasta las 200.000 personas. Hyderabad pasó entonces a formar parte de la Unión India, la democracia parlamenta­ria más grande del mundo. Un país libre del colonialis­mo, donde figuras como la del nizam quedaban obsoletas. El gobierno, sin embargo, no se

El nizam pasó los últimos años de su vida recluido en su palacio

ensañó con Mir Osman Ali Khan, sino que en 1950 lo nombró Rajpramukh, el título administra­tivo que se daba a los gobernador­es de la nueva India. Lo ostentó hasta que, en 1956, Hyderabad se dividió en dos estados, el de Telangana y el de Andhra Pradesh, con Hyderabad como capital compartida.

Las nuevas circunstan­cias hicieron que el papel de Mir Osman Ali Khan fuera casi irrelevant­e. Sus últimos años los pasó recluido en su palacio del Rey Khoti, donde, aseguran, llevó una vida espartana. Murió en 1967, y su funeral fue uno de los más concurrido­s el país. Dejó treinta y cuatro hijos reconocido­s, muchos pleitos entre ellos y una fortuna menguante, que no quiso que heredara su hijo mayor, con fama de playboy.

En 1974, la India abolió el título de nizam, junto a los de los otros aristócrat­as, a los que despojó de sus pensiones estatales, aumentando sus impuestos. Ante la situación, el nieto mayor y heredero emigró a Australia, donde se dedicó a criar ovejas en Perth. En 2019, tras años de litigios, él y su hermano consiguier­on que un banco inglés les devolviera el dinero que su abuelo había depositado en él décadas atrás. Treinta y cinco millones de libras, los restos de la fortuna del que en su día fue el hombre más rico del mundo. ●

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 ??  ?? Isabel II en 1954, en una fotografía de Stirling Henry Nahum, “Baron”. La reina lleva el collar que el nizam de Hyderabad le regaló por su boda, en 1947.
Isabel II en 1954, en una fotografía de Stirling Henry Nahum, “Baron”. La reina lleva el collar que el nizam de Hyderabad le regaló por su boda, en 1947.

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