Holodomor, la gran hambruna que se cebó con Ucrania
La mala gestión multiplicó los efectos de la escasez
tecer a los centros industriales y crear excedentes para financiar las importaciones de maquinaria. Esta reforma incluía la colectivización de la agricultura. A partir de 1928, los campesinos propietarios fueron forzados a entregar sus tierras al Estado. Gran parte de los agricultores, a quienes Stalin miraba con recelo (los bolcheviques nunca obtuvieron un apoyo masivo en el campo), vieron cómo sus condiciones de vida sufrieron un drástico deterioro. Los bajos precios fijados por el Estado para requisar la producción (y crear artificialmente excedentes, ya que el rendimiento nunca igualó a las necesidades), unidos a una época de malas cosechas (especialmente en Ucrania), y el sabotaje de quienes se oponían a estas medidas (quema de cultivos, matanza de animales de carga), provocaron pobreza, epidemias y hambrunas. La oposición a la violencia colectivizadora de Stalin no se hizo esperar, sucediéndose las protestas, disturbios y sabotajes. Pero la reacción estatal tampoco. La resistencia de los propietarios a entregar sus tierras, en particular los más adinerados, conocidos como kulaks, fue contestada de manera brutal por el gobierno. Brigadas de trabajadores, apoyados por el Ejército y la policía, iniciaron una campaña de represión para obligar a los propietarios a acatar las órdenes. Como resultado, cientos de miles de campesinos fueron represaliados y enviados a campos de trabajo, y el abandono de las tierras provocó una emigración masiva de mano de obra a las ciudades.
Las motivaciones de Stalin para imponer esta colectivización eran, fundamentalmente, económicas, pero también ideológicas. El líder soviético quería eliminar a los kulaks como clase social. Los consideraba un foco de contrarrevolucionarios, de “enemigos de clase”, que había que erradicar. La propaganda oficial les culpaba de frenar la producción para obtener mejores precios, de entorpecer con sus prácticas capitalistas el avance de la revolución. En realidad, los verdaderos kulaks, a quienes se podía considerar terratenientes, eran una minoría. La gran mayoría de los campesinos propietarios tenían pequeñas explotaciones familiares. Sin embargo, la feroz y caótica “deskulakización” que se desató, aprovechada por
Según explica
Anne Applebaum en Hambruna roja (Debate, 2019), se calcula que unos 3,9 millones de ucranianos murieron víctimas de la gran hambruna que asoló el territorio entre 1932 y 1933 (arriba, unos campesinos en una calle de la entonces capital, Járkov, en 1933). Aunque el hambre fue generalizada en todas las regiones cerealistas de la URSS, por las malas cosechas y los efectos de la colectivización, en Ucrania fue especialmente devastadora. ¿Cuáles fueron los motivos de esta singularidad?
Principalmente dos.
El primero es que Ucrania era un territorio casi exclusivamente agrario, por lo que sufrió mucho más la esca
muchos para ajustar viejas rencillas con sus vecinos y efectuar saqueos, se llevó por delante a cualquier campesino que tuviera una vaca o un caballo de más.
Culto al líder
El año 1934 fue clave en la consolidación del estalinismo en la Unión Soviética. El segundo plan quinquenal, más equitatisez de cosechas y la mala gestión estatal de los recursos, con una política de requisiciones poco equitativa.
El segundo
es el desprecio de Stalin por el nacionalismo ucraniano. La resistencia de los kulaks locales a entregar sus tierras estuvo teñida de un sentimiento nacionalista que provocó una respuesta muy dura por parte del Estado. El mandatario soviético temía un nuevo estallido contrarrevolucionario como el que había ocurrido durante la guerra civil, por lo que endureció sus políticas represivas en la región. Si entre esas medidas estaba matar de hambre (“holodomor”, en ucraniano) de forma premeditada a la población, es todavía motivo de debate.
vo con todos los sectores productivos que el primero y menos duro para la población, llevaba un año en marcha. La propaganda estatal, muy intensa desde que Stalin subió al poder, se esforzó en ensalzar los logros del régimen (comparándolos, constantemente, con la crisis que se vivía en los países capitalistas) y glorificar la figura de su líder. El país co