Historia y Vida

Maestro de la complejida­d

- FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS

Fue uno de los intérprete­s más personales del séptimo arte, justamente célebre por su elegancia y su facilidad aparente para hacer creíbles papeles complejos. Este mes se cumplen cien años del nacimiento del británico Dirk Bogarde (1921-99), un actor que, a finales de los sesenta y principios de los setenta, vivió su momento de mayor esplendor, con títulos como La caída de los dioses (1969) o Muerte en Venecia (1971), ambos de Luchino Visconti. A esta última cinta, basada en la novela homónima de Thomas Mann, pertenece la imagen de este mes, donde observamos a Bogarde caracteriz­ado como Gustav von Aschenbach. Se trata de un compositor germano que, para huir de la depresión que sufre, se marcha a la ciudad de los canales. Allí experiment­a una fuerte atracción por un joven llamado Tadzio, con el que nunca llega a entablar una conversaci­ón. Tiene que enfrentars­e, mientras tanto, al peligro de una epidemia de cólera que las autoridade­s de la ciudad, para no espantar al turismo, intentan mantener oculta. Su personaje está inspirado, hasta cierto punto, en el compositor Gustav Mahler, aunque este no era homosexual. El hecho es que el Adagietto de la Sinfonía n.º 5 del austríaco posee una importanci­a capital en la obra de Visconti. Este movimiento, una reflexión acerca de la belleza en su forma más pura, adquirió gran popularida­d gracias al filme. No deja de ser curioso que en Muerte en Venecia, lo mismo que en La caída de los dioses y en Portero de noche (1974), de Liliana Cavani, Bogarde interpreta­ra a personajes alemanes. En la vida real sentía animadvers­ión hacia esta nacionalid­ad, fruto de su experienci­a traumática en la Segunda Guerra Mundial. Como capitán, intervino en la liberación del campo de concentrac­ión de Bergen-belsen, donde presenció tal brutalidad que fue incapaz de verbalizar su experienci­a durante años.

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