MADAME TUSSAUD, LA REINA DE LA CERA
Little recrea la agitada vida de la mujer que fundó el museo de cera más famoso del mundo
El Museo de Cera de madame Tussaud, fundado en Londres en 1835, sigue siendo una de las atracciones más populares de la capital inglesa. Recibe más de dos millones de visitantes al año y tiene sucursales en todo el mundo. El escritor Edward Carey estuvo trabajando en el museo como vigilante en su juventud. Durante su estancia, se interesó por la historia de su fundadora. Detrás de la exitosa empresaria madame Tussaud, se encontraba Marie Grosholtz, una huérfana alsaciana con una vida fascinante. Marie aprendió a modelar la cera en Berna con su tutor, un médico anatomista. Se trasladó a París en 1765, donde su maestro abrió un taller de figuras de cera. Estuvo en el palacio de Versalles, donde, según sus memorias, fue profesora de arte de Isabel de Francia, la hermana menor de Luis XVI. Fue arrestada durante la revolución. Trabajó realizando moldes de las cabezas célebres guillotinadas durante el Terror. Se casó con François Tussaud, un ingeniero derrochador, con quien tuvo dos hijos. Arruinada, emigró a Inglaterra, donde trabajó como artista itinerante. Por último, abrió en Londres una sala de exposiciones, que se convirtió en el museo de cera más famoso del mundo.
La mujer antes del mito
Little cuenta la vida de la “pequeña” –en estatura y orígenes sociales– madame Tussaud antes de convertirse en madame Tussaud: desde su nacimiento, en 1761, hasta que se marchó a Inglaterra, en 1802, con un baúl cargado de cabezas de cera. Cuarenta años narrados por Carey en primera persona, como si fuera una autobiografía novelada de la artista. El escritor se ha basado en las algo fantasiosas memorias de Tussaud, escritas al final de su vida, y en la obra del escritor prerromántico Louis-sébastien Mercier (autor de la pionera ucronía El año 2440 y de la costumbrista Cuadro de París), quien, además, aparece como personaje en el libro, para recrear la vida de la artista en el convulso París de finales del siglo xviii.
Una extensa novela histórica que se puede leer como una atractiva mezcla entre drama dickensiano, folletín decimonónico, biografía feminista y sangriento cuento de hadas. A esto último contribuyen las ilustraciones que acompañan el texto, también obra de Carey. Unos dibujos que dotan al libro de un encanto especial. Logran transmitir una sensación tan evocadora, inquietante y naíf como ver a un personaje, un episodio histórico o la “cámara de los horrores” de un museo de cera.