Una familia mal avenida
La dinastía julio-claudia dio a Roma cinco emperadores, cuyo acceso al trono fue disputado por sus propios parientes
Nerón y Druso, crecían en Roma junto a la abuela Antonia, Calígula fue enviado con su madre a la frontera. Germánico estaba destinado en el Rin, donde sostenía la posición frente a los temibles bárbaros del norte. Quizá para congraciarse con la tropa, Agripina vestía a su hijo como un soldado. Así, hizo que le fabricaran unas pequeñas caligae, el calzado de las legiones, contribuyendo a que lo bautizaran con el nombre con el que siempre sería conocido, Calígula; en traducción libre, algo así como “botitas”. En 14 d. C., solo dos años después de ver la luz, fallecía Augusto. Su muerte llegó a oídos de las legiones que vigilaban la frontera del Rin, que, aprovechando la coyuntura, se amotinaron. Los legionarios pedían reducir el tiempo de servicio, de veinte a dieciséis años, y más remuneración. No eran reivindicaciones descabelladas, y el momento para plantearlas, en medio de una transición de poder, parecía propicio al éxito. Germánico reunió a sus tropas, y se dirigió a ellas como el líder que era. Algunos de sus hombres le ofrecieron marchar sobre Roma y nombrarlo emperador, pero él se negó, por lealtad a Tiberio, a quien tocaba ocupar el cargo y por quien, dijo, estaría dispuesto a suicidarse. Tras escuchar sus quejas, licenció a los soldados que llevaban dieciséis años de servicio y les pagó el dinero que les correspondía al dejar el Ejército. Las legiones volvieron a la disciplina y todo pareció arreglado, hasta que intervino Roma.
En efecto, un grupo de senadores acudió a la frontera, deshizo las concesiones de su hombre fuerte y se marchó, dejando, nuevamente, amotinadas a las tropas. Ante ese panorama, el general decidió mandar a su mujer y al pequeño Calígula fuera del campamento, a Treverorum, la actual Tréveris, a la sazón, en poder de una tribu aliada de los bárbaros. Probablemente, fue solo una estratagema para perturbar a los soldados, ya que los legionarios adoraban al pequeño Calígula, que era, para ellos, una especie de talismán (muchos creían, erróneamente, que había nacido en el mismo campamento). El que enviaran fuera a “botitas” para que lo protegiera una tribu de bárbaros rompió el corazón de esos curtidos soldados, que, reunidos con Germánico,