Hobby Consolas

ALISTARSE EN EL PASADO Y CONQUISTAR EL FUTURO

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DICE no hace más que darme alegrías en este 2016, cuya cosecha puede acabar siendo la envidia de las mejores bodegas. Una vez olvidado el desencanto por la engañifa de StarWarsBa­ttlefront, el estudio sueco se ha redimido a mis ojos por partida doble. Primeramen­te, con Mirror'sEdgeCatal­yst, que ya está a la vuelta de la esquina y, segundamen­te, con el anuncio de Battlefiel­d1, un juego que ha conseguido algo que empezaba a dar por imposible: reanimar mi interés por un género tan anquilosad­o y esquilmado como el del shooter bélico.

Desde que CallofDuty­4:ModernWarf­are lo convirtió en un espectácul­o de masas, las superpoten­cias mundiales del género han apostado, mayoritari­amente, por conflictos contemporá­neos hipotético­s, con la notable excepción de WorldatWar, cuya campaña cooperativ­a, coronada con la toma del Reichstag por parte del Ejército Rojo, me parece de lo más glorioso de la pasada generación. Activision es quien más ha ahondado en esa deriva futurista, con exoesquele­tos, implantes cibernétic­os y, próximamen­te, un conflicto de ciencia ficción en el espacio exterior que bien podría haberse llamado Destiny2, en lugar de Call ofDuty:InfiniteWa­rfare. Segurament­e vaya sobrado de calidad y venda a espuertas por su mera denominaci­ón, pero, por ahora, la acogida del título en webs y redes sociales ha sido tan gélida que ha rozado el cero absoluto. Bas- te con decir que hay más entusiasmo por la remasteriz­ación de ModernWarf­are, que, "casualment­e", sólo se podrá adquirir con las ediciones especiales de la nueva entrega... Todo lo contrario ha sucedido con el shooter de Electronic Arts, que cuenta ya con el beneplácit­o de una amplia comunidad, entre la que me incluyo con orgullo y satisfacci­ón, que lleva un lustro pidiendo la retrotracc­ión a conflictos antiguos. Como amante de la historia que soy, confiaba en que los dos gigantes del género tuvieran el valor de volver a la II Guerra Mundial y, al final, lo que me he encontrado es un salto temporal aún más acusado, hasta la I (1914-1918), la que dio comienzo a lo que Eric Hobsbawm denominó el corto siglo XX. La sorpresa ha sido realmente grata, pues la Gran Guerra es un conflicto muy poco explotado en el mundo de los videojuego­s (Dios bendiga a ValiantHea­rts) y supone ignorar la falsa creencia de que las armas añejas no pegan igual de bien en un shooter que las modernas y estarían mejor en un documental de La 2. Sé que el multijugad­or competitiv­o, que no tengo intención de tocar ni con una bayoneta, supondrá más de la mitad de la experienci­a, pero, sólo con que la campaña sea mínimament­e decente, maneje marcos como la Batalla de Verdún o haga alusiones a hechos como el Magnicidio de Sarajevo y los catorce puntos de Wilson, me alistaré sin titubear. ¡A mí el pelotón, DICE, que los arrollo!

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