Un zoológico espacial sólo para camaleones
Hasta el mejor escribano echa sus borrones, y Platinum Games lo ha vuelto a hacer, como ya le ocurriera con AnarchyReigns y TheLegendofKorra. La unión del aclamado estudio con Nintendo para fabricar la versión definitiva del Arwing ha sido una de sus paletadas esporádicas de arena. Se han confirmado los malos presagios que muchos tuvimos al ver StarFox Zero por primera en el E3 2015, aunque, ya en la edición de 2014, Miyamoto había enseñado una versión preliminar a puerta cerrada, en un movimiento de lo más extraño. No es que el juego sea un desastre, porque no lo es. Su estilo arcade es una buena puesta al día de lo que fue LylatWars en Nintendo 64, con fases muy cortas, puntuaciones según la actuación, jefes finales... Las transformaciones del Arwing y los vehículos alternativos añaden un plus de variedad que se agradece y, pese a lo corta que es la aventura, el desarrollo de las misiones resulta bastante entretenido.
Venderle el alma al Gamepad
¿Cuál es el problema de StarFoxZero, entonces? Su control. Si el escuadrón protagonista estaba conformado por un zorro, un pájaro, un asno y un sapo, Platinum debió de pensar que el jugador bien podría ser un camaleón. Tener dos ojos independientes, como los de ese reptil o los de Leticia Sabater, sería la única forma de acometer sin problemas lo que se propone: mirar al televisor para manejar la nave y, a la vez, al Gamepad para apuntar con precisión. Es original y aprovecha el mando... pero a un precio altísimo: el de la incomodidad.