XboX one S
SigUiendo el camino inverSo
La tercera consola de Microsoft tuvo un inicio complicado, por culpa de ideas como el "always online" o la inclusión obligatoria de Kinect en el pack. Pero, de un tiempo a esta parte, la compañía no hace más que encadenar ideas acertadas. La última ha sido Xbox One S, una versión rediseñada que concentra un montón de interesantes cambios. El primero, el estético, es de los que llaman la atención: no hay consola más bella hoy día en el mercado. Es un 40% más pequeña que la One original, la fuente de alimentación es, al fin, interna (adiós al ladrillo detrás de la tele), luce un bellísimo color blanco...
Si miramos en sus tripas, también encontramos novedades: consume menos energía y mantiene el inmenso y silencioso ventilador, al tiempo que monta una CPU ligeramente más potente, que permite que algunos juegos rindan mejor (por ejemplo, tarden menos en cargar o con mejores tasas de frames por segundo). Además, es la primera consola en ser compatible con la tecnología HDR (aunque hace falta una tele compatible para poder disfrutarla), y también tiene el mérito de ser la primera consola de sobremesa en convertirse en un completo reproductor 4K. Por un lado, la unidad lectora ha evolucionado, y ahora es un bluray UHD, capaz de leer los nuevos discos (con resolución 4K). Por otro, las aplicaciones actualizadas también permiten reproducir los streams con resolución 4K, como ya oferta Netflix con algunas de sus series. Por si fuera poco, también puede escalar los juegos a 4K (aunque no sea su resolución nativa). Hay otros cambios menores, como la sustitución de los botones táctiles por físicos, la ausencia de puerto Kinect (hay uno infrarrojo)... No cabe la menor duda de que One S es una gran consola. Quizá, la que debió haber sido el día de lanzamiento.