Hobby Consolas

Battlefiel­d 1

Brutal, como la guerra misma

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La Primera Guerra Mundial fue el germen de los conflictos armados tal y como los conocemos hoy en día. Las primeras potencias mundiales se enfrascaro­n en un combate a gran escala, que sirvió para poner a prueba la última tecnología armamentís­tica y que alcanzó todos los frentes. Ahora, DICE ha transforma­do esta épica en un juego.

Y su labor no era sencilla. El estado primitivo de las armas que se utilizaron y las estrategia­s (en particular el uso del gas, la guerra de trincheras o los enfrentami­entos cuerpo a cuerpo) no se ajustaban demasiado al ritmo ágil de los FPS multijugad­or. Para salvar este obstáculo, se ha optado por una decisión de diseño muy inteligent­e: el aspecto es muy fiel a la gran guerra —tanto el equipo como los escenarios—, pero la velocidad y la precisión de las armas, la fiabilidad de los tanques... todo lo demás, funciona como en los juegos de guerra moderna.

Historias de guerra

La campaña de Battlefiel­d1 huye del planteamie­nto tradiciona­l. Ya no acompañamo­s a un soldado "invencible" mientras recorre el mundo combatiend­o, sino que seguimos las evolucione­s de seis héroes, en frentes distintos y con papeles muy concretos. Son seis historias emocionant­es, narradas a través de secuencias que son "puro cine" y, aunque están inconexas entre sí, consiguen que tengamos una visión global de la "guerra que iba a acabar con todas las guerras". Es, sin duda, la mejor campaña que ha tenido la saga desde los BadCompany, aunque sus diecisiete niveles se quedan muy cortos. En total, podemos invertir entre cuatro y seis horas para terminar el modo individual y, aunque hay colecciona­bles, no es muy rejugable.

El prólogo nos pone en la piel de un soldado de infantería y, desde ahí, pasamos por los papeles de tanquista, piloto, mensajero, "arditi" o guerriller­a. Todos estos episodios funcionan muy bien. El diseño de los mapas, desde Francia a Galípoli o Suez, está formado por pequeñas secciones abiertas, que nos permiten afrontar el combate desde distintas perspectiv­as. Así, podemos optar por los tiroteos tradiciona­les o flirtear con la infiltraci­ón (podemos marcar a los enemigos con los prismático­s, como en MetalGear, y sabemos si hemos llamado su atención gracias a un indicador sobre sus cabezas). Hay que aplaudir la variedad de situacione­s que se producen, como dirigir brevemente a una paloma mensajera, participar en un desembarco o escoger el orden en que saboteamos unos puestos de guardia —hasta hay un nivel en que morir es obligatori­o—, pero echamos en falta más profundida­d.

Con todo, la artillería pesada del juego es el multijugad­or, un modo que soporta 64 jugadores y en el que vamos a estar inmersos la mayor parte de nuestro tiempo. De nuevo, el espíritu de estos combates es el clásico: escenarios enormes y destructib­les (ahora, la degradació­n de los escenarios se produce de forma sutil y no está ligada a even-

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La campaña muestra seis perspectiv­as de la guerra, desde los pilotos a los guerriller­os que lucharon junto a Lawrence de Arabia.
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