Driveclub vr
Tuvo un despegue turbulento, pero tras multitud de actualizaciones DriveClub se ha convertido en uno de los mejores arcades de conducción de los últimos años. Teniendo ya toda la base jugable y técnica asentada, Sony no ha perdido la oportunidad de hacer una versión para la realidad virtual. Habría sido un detalle que fuera una ampliación del original o, al menos, un DLC que los usuarios de largo recorrido pudieran adquirir a precio reducido, pero lo cierto es que es un juego independiente, lanzado a 39,99 euros. Eso sí, es, seguramente, el título de lanzamiento de PS VR que más material y más horas de diversión garantiza.
Casi todo el contenido está recuperado de la edición original. Hay 88 coches reales y 54 pistas únicas, ambientadas en Escocia, Noruega, Chile, Canadá, India y Japón. La mayoría son carreteras de montaña, pero también hay circuitos al uso y se han creado trazados urbanos para la ocasión (tres por cada país). El control es arcade y, con las ayudas quitadas, resulta realmente satisfactorio. El modo Tour cuenta con 36 eventos, en los que debemos obtener un total de 162 estrellas, cumpliendo objetivos que van más allá de ganar: superar un tiempo de vuelta, lograr cierta puntuación de derrape en un tramo, alcanzar una determinada velocidad punta... Como el original, el juego tiene un fuerte componente social, con carreras online por equipos (el número de jugadores se ha reducido a ocho) y todo tipo de desafíos que aparecen dinámicamente durante las carreras.
La inmersión que ofrece PS VR es muy fidedigna.
Podemos regular la altura del asien- to y la distancia hacia el volante, y girarnos en 360º para ver todos los detalles del habitáculo. La sensación de estar dentro de un coche está muy lograda, aunque, si se juega mucho rato seguido, puede generar mal cuerpo. Ahora bien, si el juego original era una bestia técnica, esta versión es discreta, con una pérdida de nitidez importante y paisajes con texturas a baja resolución.