Hobby Consolas

La primera vez que se inoculó un nuevo virus

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El mes pasado, pude viajar a Japón para ver qué cómo está reinventan­do Capcom la saga más exitosa de su historia: ResidentEv­il. Por eso, antes de que llegue el 24 de enero, me he adentrado otra vez en la España profunda para rememorar la revolución que fue RE4, un gran reserva ideal para abrir boca.

Mi pasión por esta cuarta entrega numerada, uno de mis juegos favoritos de siempre, contrasta con el odio que le guardo a la sexta, una de mis mayores decepcione­s, por extraño que esto suene. Es verdad que ResidentEv­il4 ya no daba miedo y era más lineal que sus predecesor­es, pero Capcom logró un equilibrio sensa- cional entre acción y suspense, que poco tenía que ver con la ensalada de balas desmadrada que nos sirvió en 2012. Curiosamen­te, el juego que llegó 18 de marzo de 2005 a las tiendas difería bastante de lo que estaba previsto que fuera, de lo cual da testimonio la demo del E3 2003. Inicialmen­te, iba a ser un extraño híbrido entre las entregas clásicas y lo que acabaría siendo, con cámaras fijas, más sustos y apuntado con la cámara al hombro. Sin embargo, Shinji Mikami se sumó al desarrollo a posteriori e hizo valer su experiment­ada mano.

Morir es vivir, so cerdo

Con Leon S. Kennedy como protagonis­ta, el argumento nos ponía sobre la pista de la hija del presidente de Estados Unidos, secuestrad­a por una extraña secta. Nuestro cometido era rescatarla, para lo cual debíamos hacer frente a "ganados" de pueblerino­s, muchos de los cuales hablaban el español más peculiar e hilarante de la historia. Esto fue una decisión de diseño, para que el usuario medio sintiera angustia, por no saber qué decían los lugareños —a los nativos no nos afectó, claro—. ¿Y quién no recuerda al buhonero, al loco de la motosierra, a Luis Sera, a Ramón Salazar o a Osmund Saddler?

La cámara al hombro permitió poner más foco en la acción, algo a lo que también contribuyó la abundancia de munición. De hecho, las armas se podían mejorar, y se introdujer­on los QTE. Aun así, quedaron referencia­s al pasado, como el guardado en máquinas de escribir (aunque sin cintas de tinta finitas), el inventario limitado, las hierbas... Mención especial merece el adictivo modo Mercenario­s, que retaba a recorrer diversos escenarios a contrarrel­oj y a balazo limpio. Técnicamen­te, RE4 era tan bruto que, doce años después, sigue vigente. Si no lo han jugado, sólo puedo decirles: ¡Agárrenlo!

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