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Mafiosos nipones en el campo de La excelencia

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Nunca me cansaré de reiterarlo: Yakuza es una de las mejores sagas de la historia de los videojuego­s... y también una de las más infravalor­adas. A lo largo de la última década, el genial Toshihiro Nagoshi, el último gran baluarte de Sega, ha erigido un universo que nadie debería perderse y que, salvando las distancias, es lo más parecido a Shenmue que haya existido. No en vano, Nagoshi se crió en AM2, el estudio que parió a Ryo Hazuki. Tras el fracaso comercial de la primera entrega, lanzada en PS2 en 2006 —en España, vendió sólo 7.500 unidades, y eso que llegó con textos en castellano—, en las inhóspitas tierras occidental­es ha habido que rezar muchos padres nuestros para que las sucesivas continuaci­ones nos fueran llegando, aunque fuera con subtítulos en inglés y voces en japonés. No en vano, Yakuza5 se demoró tres años y sólo llegó en formato digital.

Por eso, me congratula sobremaner­a que Sega vaya a hacer una nueva intentona para que sus mafiosos se asienten en los barrios bajos del Oeste, aprovechan­do que las dos entregas que tocaban eran una precuela ( Yakuza0, ya disponible) y un remake del original de PS2 ( Yakuzakiwa­mi, que llegará en verano). En otras palabras, es la tesitura ideal para que cualquiera se pueda adentrar en Kamurocho y Sotenbori, dos geniales recreacion­es de Kabukicho y Dotonbori, dos de los barrios más famosos de Tokio y Osaka, respectiva- mente. Esto es vital, pues Yakuza es una serie con una continuida­d argumental muy marcada. Cada aventura se puede jugar por separado, claro, pero, al final, las siete entregas canónicas ( Yakuza6 llegará a principios de 2018) conforman un todo unitario en torno a la figura de Kazuma Kiryu, un mafioso justiciero que se merecería un Óscar a mejor actor. Si no estáis familiariz­ados con la saga, quizá penséis que está muy sobreexplo­tada —no en vano, en Japón, ha habido hasta doce entregas únicas en poco más de una década, contando los spin-off feudales, de zombis y portátiles—, pero resulta que cada entrega es como una película, con historias llenas de giros argumental­es y multitud de personajes a los que se les cae el carisma de los bolsillos a cada paso que dan y que dejan en evidencia a los de muchas sagas de renombre. No es exagerado decir que sus escenas de vídeo son tan buenas como las de Metalgears­olid. Pero no os creáis que Yakuza es sólo una película interactiv­a. Su jugabilida­d es tremendame­nte variada, y abarca desde la exploració­n hasta el beat'em up, pasando por un sinfín de minijuegos y misiones secundaria­s. Su seriedad, su violencia y su crudeza contrastan, a su vez, con un "humor serio" que resulta muy difícil de clasificar. Salvo que se le tenga fobia al inglés, insto a cualquier persona de bien a que le dé una oportunida­d a Kazuma Kiryu, el verdadero emperador de Japón.

Yakuza 0 y Yakuza Kiwami suponen la tesitura ideal para adentrarse en Kamurocho y Sotenbori en busca del mafioso justiciero Kazuma Kiryu

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