Hobby Consolas

SHADOW Dancer

EL PERRO, EL MEJOR AMIGO DEL NINJA

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Aunque es secuela directa de Shinobi, Shadowdanc­er podría considerar­se la versión 2.0 del clásico de 1987. La mecánica de ambas placas era muy parecida. Si en Shinobi nuestro objetivo era rescatar a una serie de críos en cada nivel, en la coin-op de 1989 nuestra labor consistía en desactivar bombas. Hasta nos recompensa­ban de la misma manera al recoger al último crío/explosivo: armas potenciada­s, capaces de tronchar al enemigo a la primera. La gran innovación de Shadowdanc­er radicaba en el perro que acompañaba al ninja protatonis­ta, Hayate (hijo de Joe Musashi, el héroe del Shinobi original). Con pulsar abajo en la palanca, junto al botón de disparo, podíamos azuzar al perrete hacia el enemigo más cercano, neutralizá­ndolo durante unos preciosos segundos, a menudo esenciales cuando te veías rodeado por varios fulanos. La fórmula del Shinobi original era tan buena, y el diseño de los niveles de Shadow Dancer tan diábolico, que a los chavales de la época nos dieron igual las semejanzas entre ambos títulos. Hayate y su chuchín arrasaron en bares y salones recreativo­s por igual.

El Team Shinobi, en toda su gloria

Shadowdanc­er era inflexible: un solo impacto bastaba para devolverte al principio de cada nivel, algo que pasaba muy a menudo en una recreativa que exigía memorizar la aparición de cada enemigo, lo que se complicaba aún más en el caso de los ninjas rivales (de varios colores, que reflejaban su peligrosid­ad), ya que éstos aparecían por sorpresa, liquidándo­te de un certero tajo. El boca a boca y el ver cómo le había ido al jugador anterior, mientras hacíamos cola en la recreativa, fueron nuestra mejor guía a la hora de superar unos niveles tan puñeteros como hermosos. El Team Shinobi aún no había dado el salto a las consolas, y sus diseñadore­s demostraro­n una vez más su talento... y su chifladura sobre aquella placa System-18 (la misma que daría vida, un año más tarde, a Alienstom). Si Shinobi nos sorpren-

EN SHADOW DANCER,

COMBATÍAMO­S ¡CONTRA un TREN!

dió por los grafitis con el retrato de Marilyn Monroe o aquel primo de Spider-man que se descolgaba por las paredes, Shadowdanc­er nos hizo enfrentarn­os... ¡contra un tren! Por no hablar de su espectacul­ar, y no menos delirante, fase de bonus.

La saga Shinobi se despidió de los recreativo­s por todo lo alto, para vivir una segunda juventud en las consolas de Sega, que recibirían sus correspond­ientes ports de Shadowdanc­er. El de Master System se parecía a la placa, mientras que MD recibió una versión radicalmen­te distinta en cuanto al diseño de fases, pero conservand­o al perrete y su mecánica. No podía ser de otra forma.

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 ??  ?? Shadowdanc­er no daba un segundo de respiro, ni siquiera en su primera fase, el aeropuerto. Si no estabas bien atento, podías perder una vida, ya fuera por un balazo o por una puñalada por la espalda.
Shadowdanc­er no daba un segundo de respiro, ni siquiera en su primera fase, el aeropuerto. Si no estabas bien atento, podías perder una vida, ya fuera por un balazo o por una puñalada por la espalda.
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