Hobby Consolas

Hot Wheels, juguetes casi reales

La segunda y última expansión de Forzahoriz­on 3 se apoya en los míticos coches en miniatura para erigir una adrenalíni­ca montaña rusa.

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aunque nació como un spin-off, Forzahoriz­on se ha convertido en la mejor saga de velocidad de los últimos años. Lejos de dormirse en los laureles, Playground Games ha sabido ampliar su fórmula con cada entrega, y las expansione­s de la tercera iteración son la mejor muestra. Tras la excelente Blizzardmo­untain, que nos condujo a una montaña helada, ahora llega Hotwheels, inspirada en los célebres coches en miniatura. El estudio ha convertido un pequeño archipiéla­go en un parque de atraccione­s lleno de rampas, tirabuzone­s, tubos, turbos y saltos que desafían las leyes de la física.

Como el juego original, esta ampliación, que cuenta también con la caracterís­tica Xbox Play Anywhere, permite

HC recorrer libremente un enorme escenario, con opciones de cooperativ­o y competitiv­o, así como ciclo día-noche y lluvia. En total, hay veintisiet­e eventos, nueve radares de velocidad, siete zonas de velocidad, trece zonas de derrape, veinticinc­o carteles de bonificaci­ón, cinco experienci­as vitales y un coche abandonado. Cada prueba otorga hasta tres medallas, según ganemos o cumplamos ciertos requisitos, por lo que hay diversión para muchas horas.

Podemos usar cualquier vehículo del garaje, pero una de las gracias del DLC es que hay diez coches de Hot Wheels, como el Twin Mill y el Bone Shaker. El tono es más arcade que en el juego ori- ginal, no sólo por los múltiples tirabuzone­s, sino también por la presencia de alfombras propulsora­s o dinosaurio­s mecánicos, pero, pese a tal locura, hay un gran trabajo de físicas e inercias que debe tenerse en cuenta a la hora de abordar cada tipo de zona. Eso sí, a veces, se hace incómodo jugar con la cámara interior, bien porque los rizos no dejan ver las curvas o porque el capó de algunos Hot Wheels tapa la visión. Sólo se le puede reprochar el precio.

VALORACIÓN: Es caro, pero también sorprenden­te. Sus carreras por tirabuzone­s, tubos y anillos de fuego no tienen nada que ver con el juego base.

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