LA SEGA INÉDITA EN CONSOLAS
LAS RECREATIVAS QUE JAMÁS LLEGARON A NUESTRAS CASAS
Problemas de licencias, dificultades para adaptarlas al hardware doméstico, puro desinterés... Estas máquinas de Sega no pudieron evadirse del salón recreativo.
Apesar de su larga trayectoria como fabricante de consolas, desde su debut con la SG-1000 hasta el maravilloso canto del cisne llamado Dreamcast, Sega retuvo dentro de los límites de los salones recreativos un buen número de placas. En ocasiones, la decisión estaba bastante justificada, ante la propia naturaleza de algunas recreativas, concebidas casi como atracciones de feria, en las que el mueble cobraba tanta importancia como el propio juego (por ejemplo, la recreativa de Jurassic Park). En otras, vino motivada por limitaciones impuestas por las licencias ( Starwarsracerarcade) y, en otros casos, como el de Goldenaxe:therevengeofdeathadder, la decisión carecía de lógica alguna. Saturn era perfectamente capaz de acoger un port más que decente de la segunda recreativa de Goldenaxe, pero, en lugar de apostar por ella, Sega se lanzó a adaptar el mediocre Goldenaxe: Theduel. Literalmente, para matarlos...
Dilema: port pocho o ninguno
A Sega no le tembló el pulso a la hora de "simplificar" algunas de sus recreativas más populares a la hora de adaptarlas a Mega Drive, no sólo en lo referente al apartado técnico, sino también en cuanto al diseño del juego. Sólo hay que recordar lo que sucedió con ESWAT o Shadowdancer, dos cartuchos excelentes, pero muy diferentes a las placas que los inspiraron. Quizás haya sido mejor haber conocido joyas como Arabian Fight o Spider-man:thevideogame sólo en los salones recreativos, antes que verlos plasmados en consola sin su espectacular scaling. Pero no nos engañemos: el Outrun de Mega Drive tampoco lo tenía y, aun así, no nos imaginamos el catálogo de la 16 bits de Sega sin él.
Al menos, nos queda M.A.M.E., aunque éste no ha logrado emular aún algunas de las primeras recreativas de Sega, como el Moto-cross de 1976, la primera coin-op en introducir el feedback háptico (el manillar de la moto vibraba al chocarnos). No es una experiencia que se hubiese podido trasladar a la SG1000, pero una conversión doméstica habría servido para preservar, al menos en parte, un juego que la mayoría de los mortales sólo conocemos por el "flyer" y por algunas fotos. Afortunadamente, la mayoría del legado de Sega permanece a salvo, gracias a la emulación.