BRUNO SOL
Los viejos rockeros nunca mueren, ni tampoco los ordenadores de los 80. El último ejemplo es el The C64 Mini, una cucada que reproduce, en pequeño, uno de los mitos de la microinformática. Nunca pude tener el Commodore 64 “real”, así que estoy como aquel chiquillo que jugaba al Amstrad y siempre envidió el scroll y el sonido del C64.