Estivania No se construyó EN un día...
En este cuadro, os detallamos dos de la novedades más importantes del juego: las batallas campales, a la izquierda, y la gestión del reino, a la derecha. Para ser un rey recordado durante generaciones, deberemos dominar ambas disciplinas.
Rotar las tropas, con L1 y R1, es fundamental para resistir la embestidas enemigas, ya que cada escuadrón tiene unas fortalezas y debilidades propias. Por eso, hay que elegir muy bien el momento y el lugar hacia el que dirigirse en todo momento.
El ataque es automático, y se produce cuando dos grupos de rivales chocan. También podemos acercarnos a las barricadas o bases enemigas para destruirlas. Si nuestras fuerzas merman, es posible pedir refuerzos, consumiendo poder militar.
La victoria se produce cuando eliminamos a todos los enemigos y su poder militar llega a cero. Por eso, antes de cada batalla, hay que fijarse en el nivel del rival y elegir cuidadosamente a las tropas y a los líderes que van a formar nuestro ejército. Ya en el reino, tomamos el control con un puntero. Para construir o mejorar un edificio, sólo hay que pinchar sobre su parcela de terreno. Eso sí, siempre debemos cumplir ciertos requisitos, como disponer del dinero o nivel de influencia requeridos.
Los súbditos que reclutamos se encargan de la producción. Si los colocamos en oficios en los que destacan, generan más riqueza y finalizan las investigaciones en menos tiempo. Esto nos permite obtener nuevas habilidades o tiendas más surtidas.
Subir de nivel el reino es nuestro objetivo final como rey. Al hacerlo, el aspecto de la ciudad evoluciona, su tamaño aumenta y se abren nuevas posibilidades de construcción y mejora. Llegar a la cúspide evolutiva es una tarea realmente ardua.