Opinión
El apartado audiovisual es una delicia que nos mete de lleno en su universo, pero son sus mecánicas las que terminan de atraparnos. Aunque está dirigido a los pequeños de la casa, encandilará a los adultos que le den una oportunidad. Deiland pone sobre la mesa una serie de mecánicas (gestión de recursos, comercio y cadenas de elementos para construir objetos) que combinan vistosidad y sencillez. Todo es muy natural y nos anima a realizar varias tareas al mismo tiempo. Por ejemplo, si plantamos un árbol, éste tardará varios minutos en crecer y podemos aprovechar para comerciar o para echarnos una siesta y subir de nivel con un sencillo sistema de evolución. También hay combate, pero puede ser el punto más flojo, debido a su extremada sencillez. La historia, aunque interesante, avanza a trompicones y siempre nos tiene a expensas de que los personajes que nos mandan misiones aterricen en el planeta. Al final, lo importante es disfrutar con la experiencia. Se nota que hay mucho amor en cada píxel y Deiland consigue conquistarnos gracias a su ritmo y a unas mecánicas bañadas por un arte precioso.