¿Está cerca la realidad de Ready Player One?
Pocas novelas son tan perfectas para el público jugón como "Ready Player One", de Ernest Cline. Quienes no la hayáis tenido entre las manos estáis tardando, porque la película llega el 29 de marzo a las pantallas. Pero tranquilos, se lee del tirón sin problema y estáis aún a tiempo. A grandes rasgos, la historia nos sitúa en el año 2045 en un momento en el que las fuentes de energía fósiles están casi agotadas y el precio del combustible está por las nubes. En medio de una enorme depresión a nivel mundial, la mayoría de la gente subsiste como puede y pasa gran parte de su tiempo en un videojuego de realidad virtual llamado OASIS. Su creador es un enorme fan de la década de 1980, así como un genial programador de videojuegos que amasa una inmensa fortuna con su compañía. Tras su muerte se anuncia que ha escondido un huevo de pascua en el juego: quien lo descubra será su heredero. Puede que ahora sea el momento de preguntarse cuánto tardaremos en desear pasar más tiempo en un entorno digital, como sucede en este relato, que en la realidad pura y dura (recordemos que ya hay diagnosticada una enfermedad asociada a un trastorno de fobia social). La dependencia tecnológica del ser humano es cada vez mayor para satisfacer necesidades primarias, como la comunicación con sus iguales y los avances en materia de realidad extendida, sencillamente alucinantes. Los simuladores son cada vez más realistas, absorbentes, y nos permiten tener experiencias que engañan por completo a nuestro cerebro. Todo está cambiando: nuestra capacidad de concentración, la formación de nuestra memoria, nuestra educación y entrenamiento... Los terminales de vr, AR y Realidad Mixta nos permiten interactuar con hologramas, volar, sumergirnos en entornos muy atractivos: ¿nos dejaremos vencer por nuestra propia creación?