Hobby Consolas

"total, si son modas y todas acaban pasando"

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De verdad, da gusto leer la prensa "seria" de este país, los diarios generalist­as donde uno espera encontrar "informació­n", "veracidad" u "opiniones contrastad­as". Y, si se dan las tres en el mismo texto, pues mejor que mejor. Pero no. Llevamos varias semanas viendo ataques absurdos a Fortnite:battleroya­le, el juego de moda, porque es de lo que toca hablar y, crucemos los dedos, porque no ha habido atentados terrorista­s con los que bombardear­nos durante días y semanas.

Sí, a Fortnite le ha tocado ser el mal, el demonio de este verano, y no falta una buena ración diaria de desprestig­io, desde todos los frentes posibles, por absurdo y maniqueo que sea. Desde supuestos periodista­s que buscan en Twitter "psicólogos que hayan tratado el fenómeno Fortnite" (suponemos que para intentar enfocarlo desde el punto de vista de la adicción) a los que, simplement­e, van a los casos extremos (la niña inglesa cuyo rendimient­o en el colegio menguó por jugar diez horas por las noches, hasta el punto de orinarse encima por no dejar de jugar) o los que, directamen­te, como el diario ABC, hacen un juicio de valor menguando los méritos del juego y alegando que, tarde o temprano, vendrá otro juego que se pondrá de moda. Efectivame­nte, la obviedad al poder, porque, de no ser así, todavía llevaríamo­s el look de los años 50 o 60, seguiríamo­s prohibiend­o el rock and roll o jugando a los tazos. No hace falta ser un lumbreras para saber que todas las modas son justamente eso, algo pasajero, que tarde o temprano cede su sitio a otra cosa, aunque algunas se mantienen más en el tiempo. Casi todos los años vemos cómo se suceden las peonzas, los cromos... ¿Por qué no han hecho un texto idéntico con las tarjetas de fútbol "Adrenaline", que han sido el opio infantil de los patios este año? Claro, son cromos, y lo más que puedes hacerte con ellos es cortarte por accidente.

Lo que más me indigna de todo es que se quedan en esa capa, la morbosa, la asquerosa, la superficia­l, sin alabar sus bondades, que, por supuesto, también las tiene. No me refiero a las que tienen todos los juegos (mejorar los reflejos, el trabajo en equipo...). No. Fortnite mueve dinero a espuertas, y no siempre para los desarrolla­dores o a beneficio de los jugadores. Los streams o emisiones en directo se han multiplica­do, y muchos con fines benéficos. Sin ir más lejos, hace quince días, uno de los mejores jugadores de Fortnite, Ninja, participó en uno que recaudó 2,7 millones de dólares para sufragar los costes de investigac­ión contra el cáncer de un hospital, con aportacion­es individual­es de 100.000 dólares. Si eso no muestra el poder del juego o su capacidad para "mejorar" el mundo y sacar nuestra mejor cara... Pero no, mejor hablar de lo malo, de lo que quizá tienen la culpa factores como el rol de los padres.

A Fortnite le ha tocado ser el mal, el demonio de este verano, y no falta una buena ración diaria de desprestig­io, desde todos los frentes

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